LA CONTEMPLACIÓN DE DIOS
¡Oh grandeza de Dios, y cómo sale un alma de aquí
después de haber estado un poquito metida en la grandeza de Dios y tan unida a
El que, a mi parecer, nunca llega a media hora. Yo os digo en verdad que la
misma alma no se conoce; porque mirad la diferencia que hay de un gusano feo a
una mariposica blanca, que la misma hay acá. No sabe de dónde pudo merecer
tanto bien (de dónde le pudo venir, quise decir, que bien sabe que no lo
merece). Se ve con un deseo de alabar al Señor que se quisiera deshacer y morir
por El mil muertes (VM 2, 7).