PERSEVERAR A PESAR DE LA SEQUEDAD
¿Qué hará aquí el que ve que en
muchos días no hay sino sequedad y disgusto y desabor y tan mala gana para
venir a sacar el agua, que si no se le acordase que hace placer y servicio al
Señor de la huerta y mirase a no perder todo lo servido y aun lo que espera
ganar del gran trabajo que es echar muchas veces el caldero en el pozo y
sacarle sin agua, lo dejaría todo? Y muchas veces le acaecerá aun para esto no
se le alzar los brazos, ni podrá tener un buen pensamiento: que este obrar con
el entendimiento, entendido va que es el sacar agua del pozo.
Pues, como digo, ¿qué hará aquí el
hortelano? Alegrarse y consolarse y tener por grandísima merced de trabajar en
huerto de tan gran Emperador. Y pues sabe le contenta en aquello y su intento
no ha de ser contentarse a sí sino a El, alábele mucho, que hace de él
confianza (23), pues ve que sin pagarle nada tiene tan gran cuidado de lo que
le encomendó. Y ayúdele a llevar la cruz y piense que toda la vida vivió en
ella y no quiera acá su reino ni deje jamás la oración. Y así se determine,
aunque para toda la vida le dure esta sequedad, no dejar a Cristo caer con la
cruz. Tiempo vendrá que se lo pague por junto. No haya miedo que se pierda el
trabajo. A buen amo sirve. Mirándole está. No haga caso de malos pensamientos.
Mire que también los representaba el demonio a San Jerónimo en el desierto (V
11, 10).