sábado, 21 de febrero de 2015

EVANGELIO DEL DÍA: Ánimo, soy yo, no temáis.

SÁBADO DESPUÉS DE CENIZA
Forma Extraordinaria del Rito Romano

Venida la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra,  desde donde viéndolos remar con gran fatiga (por cuanto el viento les era contrario), a eso de la cuarta vela de la noche vino hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo ademán de pasar adelante.  Mas ellos, como le vieron caminar sobre el mar, pensaron que era algún fantasma, y levantaron el grito;  porque todos le vieron y se asustaron, pero Jesús les habló luego, y dijo: ¡Buen ánimo!, soy yo, no tenéis que temer.
Y se metió con ellos en la barca, y se echó al instante el viento, con lo cual quedaron mucho más asombrados. Y es que no habían hecho reflexión sobre el milagro de los panes; porque su corazón estaba aún ofuscado. Atravesado, pues, el lago, arribaron a tierra de Genesaret, y abordaron allí.  Apenas desembarcaron, cuando luego fue conocido.  Y recorriendo toda la comarca empezaron las gentes a sacar en andas a todos los enfermos, llevándolos donde oían que paraba. Y doquiera que llegaba fuesen aldeas o alquerías, o ciudades, ponían los enfermos en las calles, suplicándole que les dejase tocar siquiera el ruedo de su vestido; y todos cuantos le tocaban quedaban sanos.

Evangelio según San Marcos 6,47-56.