sábado, 19 de julio de 2025

20. MISERICORDIA, OH SANTÍSIMA VIRGEN DEL CARMEN. MES DE LA VIRGEN DEL CARMEN

20 de julio

¡MISERICORDIA, OH SANTÍSIMA MADRE DEL CARMEN!

 

MES Y NOVENA EN HONOR

A LA VIRGEN DEL CARMEN

 

ORACION PARA COMENZAR

Y FINALIZAR CADA DÍA

 

MES DE JULIO EN HONOR

A LA VIRGEN DEL CARMEN

 

Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre también de los pecadores, y especial Protectora de los que visten tu sagrado Escapulario; por lo que su divina Majestad te engrandeció, escogiéndote para verdadera Madre suya, te suplico me alcances de tu querido Hijo el perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación de mi alma, el remedio de mis necesidades, el consuelo de mis aflicciones y la gracia especial que pido en este ejercicio consagrado a vuestra devoción, si conviene para su mayor honra y gloria, y bien de mi alma: que yo, Señora, para conseguirlo me valgo de vuestra intercesión poderosa, y quisiera tener el espíritu de todos los ángeles, santos y justos a fin de poder alabarte dignamente; y uniendo mis voces con sus afectos, te saludo una y mil veces, diciendo:

3 Avemarías

A continuación se lee el relato tomado de la obra “Prodigios del Escapulario” del P. Rafael María López-Melús. Del 7 al 15 de julio se añade la oración propia de cada día de la novena.

 

20 de julio

¡MISERICORDIA, OH SANTÍSIMA MADRE DEL CARMEN!

“Prodigios del Escapulario” del P. Rafael María López-Melús.

 

El P. Francisco Boersionos dice que, ajusticiando en Mántua a cuatro reos, uno de ellos vestía el Santo Escapulario, y aunque de tan estragada vida que merecía justamente el castigo, era, no obstante, devoto de la Santísima Virgen, y observaba con todo rigor las abstinencias de miércoles y sábados.

Llegados que fueron al suplicio, el devoto de María Santísima, fiado hasta entonces en su misericordia, prosiguió con más fervor en sus súplicas, fiando en María todas sus esperanzas, y, mientras subía las escaleras, le rezaba devotamente una Salve. Puesta ya la soga a la garganta y teniendo en sus manos una imagen pequeñita de la Señora, empezó a clamar con recia voz:

-"¡Misericordia, oh, Santísima y misericordiosísima Madre del Carmen!" Y llamando la atención a los presentes prosiguió de esta suerte:

-"¡Oh, vosotros, los que sois padres, tened gran cuidado en que vuestros hijos nunca dejen la devoción a María Santísima!"

Dicho todo esto, volvióse a un crucifijo y fervorosamente le pidió perdón de sus enormes culpas. Ya que fue tiempo de ejecutar la justicia, trataron de quitarle la santa imagen que estrechaba contra su pecho, mas no la quiso soltar.

Quedóse el infeliz de rodillas, venerando la imagen de la Virgen, y aclamando fervorosamente:

-"Tales favores reciben los verdaderos devotos de la Virgen Santísima del Carmen".

Entre tanto, el verdugo, excediéndose en la obligación de su oficio, tomó en su mano un terciado y, ciego de furor, levantó el brazo para degollarle. Pero no lo pudo conseguir por paralizársele el brazo.

Con este segundo prodigio no se pudo disimular ya tan portentoso milagro. Quitáronle las sogas de la garganta y no hallaron ni la más leve señal que atestiguase haber estado pendiente de la horca; así como tampoco de su caída al suelo.

Dieron los jueces la sentencia por cumplida, y absuelto ya jurídicamente de sus delitos. El sábado inmediato lleváronle al convento de los carmelitas, donde cantaron una solemne misa a nuestra Madre en acción de gracias por semejante prodigio.

Llevaron después a presencia del Sr. Duque de Mántua, al devoto favorecido de María, para que le diese las gracias por su absolución. Alegróse infinito de verle el Sr. Duque, quien sonriente y alzándole del suelo, donde yacía arrodillado, le dijo:

-"No a mí, que quise e intenté castigarte, sino a la Virgen Santísima del Carmen, que milagrosamente te ha librado, debes rendir toda la vida fervientes acciones de gracias, por tal merced y beneficio tan insigne".

 

 

Oración final para todos los días

Infinitas gracias os damos, soberana Princesa, por los favores que todos los días recibimos de vuestra benéfica mano; dignaos, Señora, tenernos ahora y siempre bajo vuestra protección y amparo; y para más obligaros, os saludamos con una Salve:

 

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima! ¡Oh piadosa! ¡Oh dulce Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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Querido hermano comparte este ejercicio con tus familiares y amigos para que muchos conozcan y amen a la Virgen.

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Nuestra Señora del Carmen, ruega por nosotros.

Ave María Purísima, sin pecado concebida.