13 de julio
Séptimo día de la novena
SE QUEMA EL COFRE Y EL ESCAPULARIO, NO
MES Y NOVENA EN HONOR
A LA VIRGEN DEL CARMEN
ORACION PARA COMENZAR
Y FINALIZAR CADA DÍA
MES DE JULIO EN HONOR
A LA VIRGEN DEL CARMEN
Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre también de los pecadores, y especial Protectora de los que visten tu sagrado Escapulario; por lo que su divina Majestad te engrandeció, escogiéndote para verdadera Madre suya, te suplico me alcances de tu querido Hijo el perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación de mi alma, el remedio de mis necesidades, el consuelo de mis aflicciones y la gracia especial que pido en este ejercicio consagrado a vuestra devoción, si conviene para su mayor honra y gloria, y bien de mi alma: que yo, Señora, para conseguirlo me valgo de vuestra intercesión poderosa, y quisiera tener el espíritu de todos los ángeles, santos y justos a fin de poder alabarte dignamente; y uniendo mis voces con sus afectos, te saludo una y mil veces, diciendo:
3 Avemarías
A continuación se lee el relato tomado de la obra “Prodigios del Escapulario” del P. Rafael María López-Melús. Del 7 al 15 de julio se añade la oración propia de cada día de la novena.
13 de julio
Séptimo día de la novena
SE QUEMA EL COFRE Y EL ESCAPULARIO, NO
“Prodigios del Escapulario” del P. Rafael María López-Melús.
Siendo Obispo de Ávila D. Jaime Escumin, prendióse fuego en el palacio episcopal, sin poderse salvar las alhajas eclesiásticas ni profanas. Todo lo devoró el fuego abrasador, que en pocas horas consumiera y derrumbara gran parte del edificio.
Una hermana del Prelado, religiosa Carmelita descalza, habíale regalado, hacía pocos días, un pequeño Escapulario que ella bordara con gran primor para su buen hermano, y que éste, con gran estima, guardó entre sus alhajas de oro y plata.
Al siguiente día, buscando entre las ruinas del incendio el cofre que guardaba tales joyas, lo hallaron reducido a pavesas y el oro y la plata todo derretido; más, revolviendo con un palo las cenizas para recoger el oro y la plata que se pudiese, ¡oh, portento!, la alhaja que no buscaban -el Santo Escapulario- se manifestó ilesa, como si les dijese elocuentemente:
-"Poned toda vuestra estimación en mí y no en el oro y la plata, que perecen, pues ahora conoceréis lo que son y lo que soy por gracia y favor singular de María Santísima. Yo soy muy superior al fuego, y por esto me respeta; el oro y la plata son vil escoria de la tierra y por eso el fuego, que es superior a ellos, se les atreve y consume sin piedad".
Entendieron así los circunstantes esta acertada reprensión y pusieron toda su estima en este precioso tesoro. Unos lo besaban devotamente, otros se lo llevaban a los ojos y lo ponían sobre su corazón, y todos querían tocarlo por si era mera ilusión de sus sentidos, y todos, desengañados al ver que era prodigiosa realidad, lo admiraban por portentosa maravilla de la misericordia de María Santísima.
ORACIÓN DEL DÍA SÉPTIMO DE LA NOVENA
¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que en tu santo Escapulario diste a los que devotamente lo visten, un firmísimo escudo para defenderse de todos los peligros de este mundo y de las asechanzas del demonio, acreditando esta verdad con tantos y tan singulares milagros. Te ruego, Señora, que seas mi defensa poderosa en esta vida mortal, para que en todas las tribulaciones y peligros encuentre la seguridad, y en las tentaciones salga con victoria, logrando siempre tu especial asistencia para conseguirlo. Así, Señora, te lo suplico humildemente.
Pídase la gracia que se desea alcanzar y se concluye como el resto de los días.
Oración final para todos los días
Infinitas gracias os damos, soberana Princesa, por los favores que todos los días recibimos de vuestra benéfica mano; dignaos, Señora, tenernos ahora y siempre bajo vuestra protección y amparo; y para más obligaros, os saludamos con una Salve:
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima! ¡Oh piadosa! ¡Oh dulce Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
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Querido hermano comparte este ejercicio con tus familiares y amigos para que muchos conozcan y amen a la Virgen.
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Nuestra Señora del Carmen, ruega por nosotros.
Ave María Purísima, sin pecado concebida.