viernes, 8 de diciembre de 2023

DÍA 7. NOVENA A LA VIRGEN DE GUADALUPE

DÍA 7. NOVENA A LA VIRGEN DE GUADALUPE

 

ORACIONES DEL TRIDUO

PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

SÚPLICAS A NTRA. SRA. DE GUADADUPE

 

I

Virgen Santísima, Madre del Verbo Encarnado, por aquella maternal piedad con que amparaste a los mexicanos recibiéndoles por tus hijos desde los primeros años en que nuestra nación recibió la predicación del Evangelio; te pedimos, oh, Madre, nos alcances constancia en la fe y valor en las tentaciones, para que, unidos de entendimiento y de voluntad, vivamos siempre sujetos al Supremo Pastor de la Iglesia Católica, en la cual solamente podemos conseguir nuestra eterna salvación.

 

Dios te salve, María...

 

II

Virgen Santísima, que con el dulce nombre de Santa María de Guadalupe te dignaste aparecer en medio de nosotros y establecer en el templo que escogiste el trono de tu misericordia y de tu protección, te pedimos, oh, Madre, que, así como nos visitaste y amparaste con tu aparición, así nos visites con tu maternal presencia y auxilio en la hora de nuestra muerte.

 

Dios te salve, María…

 

III

Virgen Santísima, Madre y Abogada nuestra, que en señal de singular protección nos dejaste milagrosamente pintada tu adorable Imagen que nos sirviera como de glorioso estandarte para vencer a los enemigos de nuestra Fe y de nuestras almas, te pedimos, oh, Madre, por el Sagrado Corazón de tu Santísimo Hijo y por tu Purísimo Corazón, que así como veneramos tu Imagen aquí en la tierra, así lleguemos a gozar de tu maternal presencia en el cielo.

Dios te salve, María…

 

Unidos a ella, alabemos y adoremos a la Santísima Trinidad: Gloria al Padre…

 

DÍA SÉPTIMO

Aparición de la Santa Imagen en presencia del Obispo.

 

PUNTO PRIMERO

Muy alegre Juan Diego con la señal de las flores milagrosas, llegó a la casa del Obispo y suplicó a algunos familiares que le avisasen de la respuesta que traía. Estos todavía resentidos por no haberle podido encontrar el domingo pasado por la tarde, recibiéronle muy mal y no hicieron caso de su petición. Pero habiendo advertido que el indio abarcaba en su manto alguna cosa, quisieron registrarle. A pesar de su natural cortedad y encogimiento, el pobre Juan Diego resistió cuanto pudo; pero al fin, venció la porfía de los familiares que registraron la manta y vieron las flores y rosas. Admirados así de su hermosura y fragancia, como de lo intempestivo de ellas por ser invierno, quisieron tomar algunas; pero al aplicar las manos, por tres veces les pareció que no eran verdaderas, sino, pintadas o tejidas con arte en la misma manta. Corrieron luego a avisar al Obispo, refiriéndole lo que les había sucedido con unas flores y rosas que traía el indio...”

 

Reflexión.

Para mayor confirmación del origen sobrenatural de la Santa Imagen que luego en presencia del Obispo apareció pintada en la misma tilma, el Señor obra un nuevo milagro en las mismas flores milagrosas que Juan Diego traía. Los familiares no vieron más que flores y rosas, lo que les llenó de admiración, y esta subió más de punto, por lo que les aconteció cuando quisieron tomar alguna en sus manos. Si los familiares tanto se admiraron por haber visto flores y rosas, mucho más se hubieran admirado de ver una Imagen tan primorosa, pintada en la manta de un pobrísimo indio. Y así como avisaron al Obispo que el indio traía aquellas flores, le habrían también dado aviso que junto con ellas una hermosísima Imagen de la Virgen. Pero lo único que le dijeron fue que: “estaba esperando aquel indio que otras veces había venido a verle, repitiéndole también lo que habían experimentado en unas rosas que él afirmaba traerle, y ellos entendían eran solamente aparentes, esculpidas y dibujadas en la manta." Otras reflexiones podrá hacer el piadoso lector sobre este punto de tanta importancia, para demostrar que la Santa Imagen no es obra de hombre, Sino de Dios.

 

PUNTO SEGUNDO.

“Y habiendo entrado el indio a su presencia y dádole su mensaje, añadió que llevaba las señales que le remitía la Señora que le enviaba. Y desplegando su manta, cayeron las flores, y se vio en ella pintada la Imagen de María Santísima, como se ve en el día de hoy. La admiración que causó en el Obispo y sus familiares el caer en el suelo tantas frescas y olorosas rosas, se convirtió en pasmo y después en afectos de tierna devoción luego que contemplaron la Santa Imagen. Postrados de rodillas y derramando lágrimas la adoraron, y el Santo Prelado, muy conmovido, le desató al indio el nudo de la manta que tenía atada al cuello, y la llevó a su Oratorio...”

 

Reflexión

Como todos sabemos, la Virgen se apareció pintada en la tosca tilma del indio, tal como se acostumbra a representar comúnmente en la Iglesia el Misterio de la Inmaculada Concepción. Pero tiene esto de propio, que se apareció con el semblante de una noble doncellita azteca de sangre real, de la edad de catorce a quince años. Todo en esta celestial pintura es admirable y singular; pero lo que arrebata a todos los que la examinan y contemplan con atención, es la belleza inimitable de aquel encanto virginal y divino, que se admira en su rostro, y que ningún pintor, ni aún los más expertos fotógrafos, han podido reproducir tal como se ve en su divino original. Los indios, en su expresivo lenguaje azteca, la llaman "nuestra noble Niñita inocente” Se aparece la Virgen en semblante de noble indita para que todos entendiesen, especialmente los opresores de los indios, que ella, la Madre de Dios y de los hombres, la Reina de los cielos y tierra, se constituía Patrona y Madre de los oprimidos mexicanos. Demos gracias a la Virgen por tan tierna y maternal manifestación de su amor para con nosotros; y como que por más pecadores e ingratos que seamos con Dios, no por eso dejamos de ser hijos de la Virgen María, confiemos en su patrocinio; y la que es el Refugio y Madre de pecadores nos alcanzara gracia y salvación.

 

PUNTO TERCERO

"El Obispo detuvo a Juan Diego todo aquel día en su casa, y al día siguiente, miércoles 13 de diciembre, le ordenó que fuese en su compañía al Tepeyac para señalarle el sitio en que María Santísima mandaba se le construyese el templo. Llegados al paraje, Juan Diego señaló el sitio y sitios en que había visto y hablado con la Señora: y en el mismo sitio que la misma Señora había señalado y Juan Diego reconocido, el Obispo en aquel mismo día trazo e hizo sin demora levantar el primer pequeño Santuario que se llamó la Primera Ermita. Luego Juan Diego pidió permiso al Obispo de ir a ver a su tío Bernardino; y habiéndolo obtenido, se fue a Tolpetlac, en compañía de algunos familiares que habían recibido orden del Obispo de que, si hallasen sano al enfermo, le llevasen a su presencia. Efectivamente, Juan Bernardino, bueno y sano, le salió al encuentro, y habiéndole su sobrino referido que la Virgen Santísima le había asegurado de que ya estaba sano, había ido a cumplir lo que la Virgen le había mandado. Juan Bernardino le preguntó la hora en que María Santísima le había dicho que estaba libre del accidente que padecía: y oída la respuesta, dijo que en aquella misma hora y punto había visto a la misma Señora y que le había dado entera salud. A su vez, los parientes y vecinos confirmaron a los familiares del Obispo que realmente Juan Diego había dejado a su tío sin esperanza de vida, y que a éste, poco después, le vieron en un instante sano y bueno, y le oyeron contar lo mismo que acababa de referir. Llevaron, pues, los familiares a los dos indios, tío y sobrino, a presencia del Obispo, que les aguardaba en el Tepeyac, en donde estaban trazando la Capilla. Interrogado y examinado Juan Bernardino acerca de su enfermedad y del modo con que había cobrado salud, y qué forma tenía la Señora que se le había aparecido, averiguada la verdad, el Obispo se llevó los dos a su casa en la ciudad de México. En cuanto llegaron, el Obispo llevó a Juan Bernardino al Oratorio sin decirle palabra; pero al punto que Juan Bernardino vio la Santa Imagen, dijo que aquella Señora era la misma que se le había aparecido y dádole salud. Detuvo el Obispo a los dos en su casa unos cuantos días, hasta que se fabricó el templo...”

 

Reflexión

Primera: el primer Templo o Capilla que luego mandó construir el V. Zumárraga, era muy pobre y de muy pequeñas dimensiones: pues medía de trece a catorce varas de largo, y toda estaba formada de adobes “sin género de cal.” Este principio tiene comúnmente las obras de Dios, “semejantes al grano de mostaza, que es el menor de todas las simientes; pero después que crece, es mayor que todas las legumbres y se hace árbol.” (Matth. 13. 31). La Capilla de catorce varas se transformó después en la vasta y elegante Iglesia Colegiata que hoy contemplamos. Segunda; admiremos otra vez la extremada prudencia del Obispo en negocio de tanta importancia. Pues no contento con las flores milagrosas y con la celestial Imagen, no menos prodigiosa en su origen que las flores; no contento con haber detenido en su casa a Juan Diego para examinarlo más por extenso; no contento con el testimonio de sus familiares sobre la instantánea curación de Juan Bernardino; no contento de haber él mismo examinado en el Tepeyac al mismo Juan Bernardino y averiguado completamente la verdad, el Santo Prelado llevó a los dos a su casa a México y los detiene por algunos días. Y todo esto a pesar de lo muy ocupado que estaría por tener que salir cuanto antes para España, llamado por el Emperador. ¿Quién no ve en el conjunto de todas estas circunstancias el empeño del Santo Prelado de consignar por escrito la relación de las Apariciones, como las oía referir a los dos testigos de vista? Tercera: Mientras el santo Prelado gemía bajo el peso de atroces calumnias y severas reprensiones, que en el pasado mes de septiembre acababa de recibir de la Corte de Madrid, y mientras se le mandaba comparecer como reo a defenderse, el Señor quiso consolar a su siervo fiel con hacerle instrumento de las manifestaciones de su Santísima Madre a los mexicanos. Nunca dejará el Señor de consolarnos y ayudarnos cuando trabajemos por su gloria y para el bien de las almas.

 

ORACIONES

PARA FINALIZAR TODOS LOS DÍAS

 

Pida cada uno la gracia que desea alcanzar por la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe.

 

ORACIÓN DE SAN BERNARDO

ACORDAOS, ¡oh, piadosísima Virgen María! que jamás se oyó decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro auxilio, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, yo también acudo a Vos, oh, Madre ¡Virgen de las vírgenes! y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a parecer ante vuestra presencia soberana. No despreciéis, ¡oh, Madre de Dios! mis súplicas; antes bien escuchadlas y, acogedlas benignamente, Amen.”

 

No, nunca te alejes, no faltes jamás:

si somos tus hijos, oh, Madre, piedad.

 

V. Ruega por nosotros Santa María Virgen de Guadalupe.

R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

 

Oremos

¡Oh, Dios! que con habernos colocado bajo el singular patrocinio de la Santísima Virgen María nos quisiste colmar de perpetuos beneficios, te suplicamos nos concedas que, así como nos alegramos hoy de su conmemoración en la tierra, así consigamos gozar de su presencia en el cielo. Así te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amen.

 

***

Nos cum Prole pía

Benedicat Virgo María!

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