viernes, 10 de octubre de 2025

11. COROS DE LOS ÁNGELES. MWS DE OCTUBRE CONSAGRADO A LOS SANTOS ÁNGELES

DÍA DÉCIMO PRIMERO

COROS DE LOS ÁNGELES

 

MES DE OCTUBRE

CONSAGRADO

A LOS SANTOS ÁNGELES

EN QUE SE EXPONEN SUS EXCELENCIAS, PRERROGATIVAS Y OFICIOS, SEGÚN LAS ENSEÑANZAS DE LA SAGRADA ESCRITURA, LOS SANTOS PADRES Y DOCTORES DE LA IGLESIA

 

Por Alejo Romero, Presbítero

 

PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS

 

+ Por la señal….

 

ORACIÓN PREPARATORIA

Soberano Señor del mundo, ante quien doblan reverentes la rodilla todas las criaturas del cielo, de la tierra y del infierno; miradnos aquí postrados en vuestra divina presencia para rendiros los homenajes de amor, adoración y respeto que son debidos a vuestra excelsa majestad y elevada grandeza. Venimos a contemplar durante este mes las excelencias, prerrogativas y oficios con que habéis enriquecido en beneficio nuestro a esos espíritus sublimes que, como lámparas ardientes, están eternamente alrededor de vuestro trono, haciendo brillar vuestras divinas perfecciones. Oh Sol hermoso de las inteligencias, que llenáis de inmensos resplandores todo el empíreo, arrojad sobre nuestras almas un destello de esos fulgores, a fin de que, conociendo la malicia profunda del pecado, lo aborrezcamos con todas nuestras fuerzas, y se encienda en nuestros corazones la viva llama del amor divino, para que podamos caminar por los senderos de la virtud, hasta llegar a la celestial Jerusalén, donde unamos nuestras alabanzas a las de los angélicos espíritus y bienaventurados, para glorificarlos por toda la eternidad. Amén.

 

Se lee lo propio de cada día.

 

DÍA DÉCIMO PRIMERO

COROS DE LOS ÁNGELES

 

MEDITACIÓN

PUNTO 1º. Considera, alma mía cuan expansiva y comunicativa es la bondad de Dios, que no contenta con atesorar en su esencia soberana las perfecciones infinitas de su ser que constituyen su hermosura y grandeza, ha querido derramarlas a torrentes en sus criaturas y con particularidad en los espíritus puros como Él. El amor, la sabiduría, la amistad, el dominio, la fortaleza, la potestad, el imperio, Perfecciones infinitas que resplandecen en la divina naturaleza, ha querido hacer participantes de ellos a los Ángeles y ha comunicado cada una en grado excelentísimo a cada uno de esos órdenes de espíritus, sin dejar por esto de comunicar dichas perfecciones juntas a cada uno de los Ángeles, aunque en diversos grados inferiores. Considera que siendo Dios el fin no sólo de los angélicos ministerios, sino también de toda criatura; a la primera jerarquía pertenece la consideración del fin; a la segunda, la disposición universal de las obras que se han de ejecutar, y a la tercera la aplicación de esa disposición a los efectos, la cual consiste en la ejecución de las obras.

 

PUNTO 2º.  Como la primera jerarquía se aproxima más a Dios, en el cual contempla las razones eternas de los seres, por esto hemos de considerar cada uno de sus coros con relación a la Divinidad. El primer orden o coro de esta jerarquía se compone de los Serafines, es decir, de espíritus ardientes, inflamados, encendidos, que purifican, iluminan y abrasan, porque por el exceso de la caridad que poseen, están como sumergidos en un incendio de amor, pudiendo atribuírseles las propiedades del fuego; pues, así como éste tiene un movimiento continuo hacia arriba, así también los Serafines constantemente se están moviendo o elevándose hacia Dios. En el fuego se observa una actividad prodigiosa, por la cual penetra su acción hasta en las cosas más pequeñas con un ardor excesivo purificando cuanto toca; también los Serafines inflamados en el fuego del amor divino abrasan con sus ardientes llamas a todos los Ángeles que están abajo de ellos, excitando un ardor sublime y purificando con sus activos incendios; por último, el fuego presenta vivas claridades y resplandores, y los Serafines tienen en sí, una luz inextinguible con que iluminan perfectamente a los demás. Los Querubines se llaman así por la ciencia que poseen en aquel alto grado que se llama plenitud de la ciencia, por la cual penetran los divinos decretos. Los Tronos reciben este nombre por cierta semejanza con los tronos o sillas materiales: pues así como éstas en su sitio se elevan sobre la tierra, así también los Ángeles llamados Tronos, se elevan hasta contemplar en Dios las razones de todas las cosas; las sillas reciben en sí al que se sienta en ellas, el cual puede ser llevado a todas partes; así también en sí mismos a Dios y lo llevan en cierto modo a sus inferiores, las sillas están descubiertas para recibir al que en ellas se sienta, también estos espíritus están descubiertos y manifiestos para recibir al Rey de los reyes y sus comunicaciones familiares para trasmitirlas a los demás. Como a la tercera jerarquía está encomendado el gobierno común de las cosas que se han de ejecutar, por esto vemos que las Dominaciones con una libertad exenta de toda sujeción, participando del verdadero dominio de Dios, designan las órdenes supremas de lo que se debe hacer. Las Virtudes son los espíritus que, participantes de la divina fortaleza, dan la fuerza para obrar y hacer milagros. Las Potestades que significan órdenes, según aquel pasaje de San Pablo: "El que resiste a la potestad, resiste a la orden de Dios," son los espíritus que definen los medios de poner por obra las leyes del gobierno divino. En la tercera jerarquía que se ocupa en la ejecución de las obras, se encuentran los espíritus a quienes debemos nuestra gratitud, obediencia y respetos por los continuos cuidados que constantemente nos prodigan; pues los Principados son los que ordenan la ejecución de los sagrados misterios; los Arcángeles anuncian los grandes acontecimientos y desempeñan las misiones sublimes; y los Ángeles que tocan, por decirlo así, los confines de nuestra naturaleza, se encargan desde nuestra cuna hasta el sepulcro, de conducirnos siempre al bien y de apartarnos del mal, y hacen sentir, finalmente, su acción invisible sobre todos los puntos de nuestro mundo visible. Consideremos, pues, llenos de admiración y gratitud las excelencias de estos coros angélicos.

 

JACULATORIA

Coros angélicos, en quienes resplandecen las divinas perfecciones, hacednos participantes de ellas para que podamos practicar todas las virtudes cristianas, a fin de hacernos merecedores de ocupar con vosotros un lugar en el cielo. Amén.

 

PRÁCTICA

Comulgad nueve primeros viernes de mes consecutivos, ofreciendo cada comunión por mediación de cada uno de los nueve coros angélicos, empezando por el de los Ángeles y concluyendo con el de los Serafines, en honor del Sagrado Corazón de Jesús.

Se rezan tres Padre Nuestros y tres Ave Marías con Gloria Patri y se ofrecen con la siguiente:

 

ORACIÓN

Oh bellísimos coros angélicos, cuyas excelencias no es dado explicar al lenguaje humano, porque son casi divinas y por lo mismo incomprensibles; nosotros desde este abismo de tinieblas os contemplamos llenos de las perfecciones que hermosean a la Trinidad beatísima, y admiramos cómo desde los Ángeles que están próximos a nuestra naturaleza, os eleváis hasta los Serafines que, ardiendo en amor se acercan al Espíritu Santo que es amor por esencia y la fuente de toda caridad y dulzura; haced pues, oh ardientes Serafines, que desciendan desde ese fecundo manantial raudales de luz y de amor que, corriendo a través de los Querubines, Tronos, Dominaciones, Potestades, Virtudes, Principados, Arcángeles y Ángeles, lleguen hasta nosotros y abrasen e iluminen nuestros corazones y nuestras inteligencias con sus fuegos y resplandores hasta ser en esta vida y en la otra para siempre a ser semejantes a vosotros. Amen.

 

EJEMPLO

Refiere el P. Croisset en su obra intitulada "Año Cristiano", que el día en que fue bautizado San Julián Obispo de Cuenca en el reino de España "se oyó en el aire una suavísima música de Ángeles que cantaban este motete: “Hoy ha nacido un niño que en gracia no tiene par”, y al mismo tiempo que lo estaban bautizando se dejó ver sobre la pila un Ángel en figura de un niño hermoso y corpulento, con una mitra en la cabeza y con un báculo pastoral en la mano que decía: "Julián ha de ser su nombre."

 

ORACIÓN FINAL

A LA REINA DE LOS ÁNGELES

Oh, María, la más pura de las vírgenes, que, por vuestra grande humildad y heroicas virtudes, merecisteis ser la Madre del Redentor del mundo, y por esto mismo ser constituida Reina del universo y colocada en un majestuoso trono, desde donde tierna y compasiva miráis las desgracias de la humanidad, para remediarlas con solicitud maternal; compadeceos, augusta Madre, de nuestras grandes desventuras. El mundo no ha dejado en nosotros más que tristes decepciones y amargos desengaños; en vano hemos corrido en pos de la felicidad mentida que promete a sus adoradores, pues no hemos probado otra cosa que la hiel amarga del remordimiento, y nuestros ojos han derramado abundantes lágrimas que no han podido enjugar nuestros hermanos. Por todas partes nos persiguen legiones infernales incitándonos al mal, y no tenemos otro abrigo que refugiarnos bajo los pliegues de vuestro manto virginal, como los polluelos perseguidos por el milano no tienen otro asilo que agruparse bajo las alas del ave que les dio el ser. Por esto, desde el fondo de nuestras amarguras clamamos a Vos para que enviéis hasta nosotros y para nuestra defensa a los espíritus angélicos, de quienes sois la Reina y Soberana, a fin de que nos libren de sus astutas asechanzas y nos guíen por el recto camino de la felicidad. Amen

 

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

San Miguel, ruega por nosotros.

San Rafael, ruega por nosotros.

San Gabriel, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los ángeles y santos de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado este ejercicio en honor a los santos ángeles, compártelo con tus familiares y amigos!

*

Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 

11 DE OCTUBRE. LA MATERNIDAD DIVINA DE MARÍA

 


11 DE OCTUBRE

LA MATERNIDAD DIVINA DE MARÍA

UN piadoso escritor del siglo XIII pregunta: «¿Cabe algo más admirable que ser Madre de Dios?». Y responde: «Puede el Altísimo fabricar un mundo mayor; puede extender un cielo más espacioso; pero una madre más grande y excelente que la Madre de Dios, no puede hacerla». ¡Maternidad divina de María!

Tibi siléntium laus! La mayor alabanza que podemos tributarte, oh, Virgen Santa, es el silencio; porque, por muy grandiosos que sean nuestros himnos, en comparación de tu grandeza casi infinita, serán siempre muy poca cosa...

Ya los antiguos griegos, anonadados ante la inmensa dignidad de María, no coronaban sus imágenes, contentándose con escribir sobre ellas ésta sola palabra: Theotókos, Madre de Dios. Y tenían razón. La divina Maternidad es la más deslumbrante irradiación de la sabiduría, justicia y bondad infinitas. Todas las gracias y prerrogativas de María tienen su explicación y la medida «El Señor concedió a la Virgen en sumo grado todo género de dones y gracias, por la dignidad de Madre de Dios a que fue elevada» —dice San Alfonso—. Él es la razón, la clave y el fundamento de todas sus perfecciones. «Quia Mater Dei effecta est» —exclama San Sofronio allá en el siglo VII— Por él —en frase del gran Cayetano— «María frisa con las fronteras de la Divinidad». A él debe el nuevo título que suelen comentar los mariólogos modernos: Complementum totíus Trinitatis, Complemento de toda la Trinidad, como Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo. Parodiando a aquel panegirista de Filipo de Macedonia, que cifraba la gloria de su héroe en haber sido padre de Alejandro Magno, podemos decir que la gloria de María se cifra en ser Madre de Dios. «Hoc unum dixisse suffíciat, fílium te habuisse Jesum».

«La Iglesia Católica —escribe Monsabrè— con todos sus homenajes, con todos sus templos, con todas sus fiestas, con todo su respeto, confianza, veneración y amor, no ha colocado tan alta a la Virgen como lo ha hecho el Evangelio con aquella frase simple y breve, pero tan elocuente y misteriosa: María de qua natus est Jesus.. La misma Virgen, tan humilde, no pudo menos de exclamar: «Fecit mihi magna... hizo en mí cosas grandes el Todopoderoso». ¿A qué seguir, si —como dice Santo Tomás de Villanueva—, aunque las estrellas del cielo se volviesen lenguas y se tornasen palabras las arenas del mar, nunca llegaríamos a expresar adecuadamente la dignidad de Madre de Dios?

Y sin embargo —¡duele tener que decirlo!—, este glorioso Dogma mariano —libro de la fe—, tan explícito en la Escritura y en la Tradición —aducir aquí textos sería casi una ofensa a nuestros lectores, que saludan diariamente a María con las. invocaciones Mater Christi, Mater Dei, Sancta Dei Génitrix— ha sido piedra de escándalo en la que han tropezado muchos herejes. «Todos los que erraron sobre la naturaleza, operaciones y culto debido a nuestro Salvador —afirma el mariólogo García Garcés—, se vieron constreñidos a despejar antes de las sienes de María la augusta diadema de la divina Maternidad». El más significado heresiarca —Nestorio— daba a la Virgen el nombre de «Madre de Cristo», pero le negaba el de «Madre de Dios». Su doctrina fue condenada primero por San Cirilo y luego por el Concilio de Éfeso, en cuyo décimo quinto centenario —1931— publicó Pío XI su Encíclica Lux veritatis, ratificando una vez más la enseñanza constante de la Iglesia e instituyendo en honor de este soberano misterio la solemnidad que hoy celebramos. «A la verdad —son palabras del Papa—, si el Hijo de la Virgen María es Dios, indudablemente con todo derecho y justicia se ha de llamar Madre de Dios a Aquella que lo concibió, y si una sola es la persona de Jesucristo, y ésta divina, es claro que todos los hombres han de llamar a María, no sólo Madre de Jesucristo hombre, sino Deípara, o Theotókos, esto es, Madre de Dios... A nadie, pues, es lícito rechazar esta verdad, que la Iglesia nos ha transmitido...».

Una consecuencia dulce y consoladora —con hondura teológica— se desprende de este Dogma inefable. María, como Madre del Cristo total —cabeza y miembros— es, según la doctrina paulina y agustiniana, Madre espiritual de los hombres, madre nuestra. «Tal —dice León XIII— nos la dio Dios, que tan pronto como la eligió por Madre de su Unigénito Hijo, le infundió sentimientos verdaderamente maternales, que no produjesen otra cosa sino misericordia y amor; tal nos la mostró con su conducta Jesucristo al quererse someter a María espontáneamente y obedecerla como el hijo a la madre; tal nos la proclamó desde la Cruz al encomendar a su cuidado y amparo al género humano, en San Juan, y, finalmente, tal apareció Ella misma, al recibir con entrañas de amor aquella herencia tan fértil en trabajos, de manos de su Hijo moribundo, y empezar a desempeñar el oficio de Madre para con todos». «La Madre de Dios es mi Madre» —decía San Estanislao— ¡Todos debemos repetirlo e, imitándole a él, vivir como tales, Hijos de María; hermanos de Jesús; gloriosa estirpe la nuestra!

Este es, sencillamente —sin largas teologías—, el insondable arcano del dogma de la divina Maternidad de la Virgen, ante la cual depositamos, como un salmo de alabanza, el asombro de nuestro silencio filial y reverente:

Tibi siléntium laus!

jueves, 9 de octubre de 2025

10. JERARQUÍA DE LOS ÁNGELES. MES CONSAGRADO A LOS SANTOS ÁNGELES

DÍA DÉCIMO

JERARQUÍAS DE LOS ÁNGELES

 

MES DE OCTUBRE

CONSAGRADO

A LOS SANTOS ÁNGELES

EN QUE SE EXPONEN SUS EXCELENCIAS, PRERROGATIVAS Y OFICIOS, SEGÚN LAS ENSEÑANZAS DE LA SAGRADA ESCRITURA, LOS SANTOS PADRES Y DOCTORES DE LA IGLESIA

 

Por Alejo Romero, Presbítero

 

PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS

 

+ Por la señal….

 

ORACIÓN PREPARATORIA

Soberano Señor del mundo, ante quien doblan reverentes la rodilla todas las criaturas del cielo, de la tierra y del infierno; miradnos aquí postrados en vuestra divina presencia para rendiros los homenajes de amor, adoración y respeto que son debidos a vuestra excelsa majestad y elevada grandeza. Venimos a contemplar durante este mes las excelencias, prerrogativas y oficios con que habéis enriquecido en beneficio nuestro a esos espíritus sublimes que, como lámparas ardientes, están eternamente alrededor de vuestro trono, haciendo brillar vuestras divinas perfecciones. Oh Sol hermoso de las inteligencias, que llenáis de inmensos resplandores todo el empíreo, arrojad sobre nuestras almas un destello de esos fulgores, a fin de que, conociendo la malicia profunda del pecado, lo aborrezcamos con todas nuestras fuerzas, y se encienda en nuestros corazones la viva llama del amor divino, para que podamos caminar por los senderos de la virtud, hasta llegar a la celestial Jerusalén, donde unamos nuestras alabanzas a las de los angélicos espíritus y bienaventurados, para glorificarlos por toda la eternidad. Amén.

 

Se lee lo propio de cada día.

 

 

DÍA DÉCIMO

JERARQUÍAS DE LOS ÁNGELES

 

MEDITACIÓN

PUNTO 1º. Considera alma mía, que, así como en el mundo visible están distribuidos los seres en tres órdenes o reinos distintos, a saber, el orden de los cuerpos inorgánicos, el orden de los vegetales y el orden de los animales, así también de un mundo semejante y mucho más perfecto en el mundo invisible o angélico hay tres grandes ordenes o jerarquías en que se hallan distribuidos todos los Ángeles. No podía ser de otra manera, pues siendo los ángeles, distintos en especie, y elevándose y aumentándose su perfección gradualmente desde el ínfimo hasta el supremo, era necesario colocarlos en algunos grandes grupos o multitudes ordenadas por Dios, que es su príncipe, y según sus dones de naturaleza y gracia, a fin de conocer mejor sus oficios y ministerios propios, siquiera sea en común, va que a nuestra débil razón es imposible conocer en particular el ministerio y oficios de cada Ángel. Por tanto, cada multitud o porción de Ángeles ordenada por Dios su príncipe, es un sagrado principado o jerarquía. Mas como tres son los modos distintos con que pueden ordenarse estas muchedumbres de espíritus, por esto son solo tres las jerarquías angélicas, las cuales como tres triplicados círculos inmateriales rodean la esfera del supremo Inteligible, y llenan los abismos que lo separan de nuestra pequeña grandeza. Imaginaos un ojo que viese todos los colores con todos sus matices en la luz del sol, otro que no viese los colores compuestos sino en los colores simples e irreducibles; otro que no viese los matices sino viendo cada color determinado en tal manera y en tal composición; he aquí los diversos grados del conocimiento angélico. Así, pues, los Ángeles de la primer jerarquía no ven las eternas razones de las cosas sino en la luz o principio universal que es Dios, al cual se acercan inmediatamente colocándose en los vestíbulos del Santuario de la Divinidad. Los espíritus de la segunda jerarquía ven estas razones en la luz múltiple de las causas universales criadas. Los Ángeles de la tercera jerarquía ven las mismas razones en la aplicación o determinación de estas causas universales a efectos singulares. De esta manera es como se distinguen las tres jerarquías por parte de la multitud ordenada; pero por parte de Dios que es príncipe no solo de todos los Ángeles, sino de los hombres y de toda criatura, una sola es la jerarquía universal.

 

PUNTO 2º. Considera, que siendo cada jerarquía una multitud de espíritus celestiales ordenada bajo el gobierno del Príncipe, necesariamente debe haber diversas órdenes en cada jerarquía; pues de lo contrario sería dicha multitud confusa y no ordenada. Esta diversidad de órdenes se considera según los oficios y actos que desempeñan los Ángeles; pues, así como en una ciudad regida por un superior, uno es el orden de los gobernantes, otro el del pueblo inferior y otro el del pueblo honorable; así también en cada jerarquía hay tres órdenes, que son el supremo, el medio y el ínfimo, los que se encuentran en toda multitud perfecta. En la primera jerarquía están los Serafines, Querubines y Tronos; en la segunda se cuentan las Dominaciones, Virtudes y Potestades; y en la tercera se hallan los Principados, Arcángeles y Ángeles. A todos estos espíritus se da el nombre común de Ángeles, que significa nuncios o anunciadores de las cosas divinas, porque este oficio conviene a todos; y como con particularidad conviene al tercer orden de la tercera jerarquía, por esto se aplica con más propiedad esta denominación a los Ángeles de este último orden.

Consideremos con que resplandores tan vivos brillan la sabiduría, la bondad y el poder divinos en estas maravillosas obras de Dios, las jerarquías de los Ángeles, y cuan digno es el Señor de nuestras eternas alabanzas, no sólo por habernos revelado misterios tan altos y sublimes, sino por habernos prometido que por su gracia y nuestros méritos seremos elevados después de esta vida a los coros de los Ángeles siendo como iguales a ellos e incorporados en sus celestes jerarquías entre los Serafines, Querubines, Arcángeles y demás órdenes: pues Jesús ha dicho una vez de sus discípulos que serán como los Ángeles de Dios en el cielo: “Erunt sicut angeli Dei in caelo.” Y en otra ocasión también ha prometido que los hijos de la resurrección, es decir, los justos serán iguales a los Ángeles: “Cum sint filii resurrectionis sunt aequales angelis.”

 

JACULATORIA

Angélicas Jerarquías, que obedientes desempeñáis vuestros altos ministerios, alcanzadnos una fiel y constante obediencia a los divinos preceptos.

 

PRÁCTICA

Tributad siempre vuestros homenajes de veneración y respeto a la jerarquía eclesiástica, compuesta por los Señores Diáconos, Presbíteros y Obispos.

Se rezan tres Padre Nuestros y tres Ave Marías con Gloria Patri y se ofrecen con la siguiente:

 

ORACIÓN

Inteligencias sublimes, coros angélicos, excelsas jerarquías, que habéis recibido de vuestro Criador diversos grados de luz con que entendéis las eternas razones de los seres criados; iluminadnos con los reflejos de vuestras luces soberanas, para que, como vosotros, sepamos contemplar no sólo el orden de universo, sino también la armonía y el concierto del orden jerárquico de vuestra Santa Iglesia, que ha sido instituida en beneficio de nuestras almas. Amén

 

EJEMPLO

El año de 589 fue desolada Roma por una terrible peste, en que los hombres caían muertos estornudando. Deseoso de atajar los estragos de este azote, San Gregorio el Grande llevó la imagen de Santa María la Mayor en procesión por toda la ciudad, llegados al lugar llamado ahora castillo de San Ángelo, vieron en los aires a un Ángel que envainaba la espada ensangrentada. Oyéronse también espíritus bienaventurados que cantaban: “Alegraos, Reina del cielo, ha resucitado ya como dijo, Aquel de quien mereciste ser Madre” Añadió el Pontífice: “Rogad a Dios por nosotros” y cesó luego la peste, lo que dio origen a las más grandes letanías que se cantan todos los años el 25 de abril.

 

ORACIÓN FINAL

A LA REINA DE LOS ÁNGELES

Oh, María, la más pura de las vírgenes, que, por vuestra grande humildad y heroicas virtudes, merecisteis ser la Madre del Redentor del mundo, y por esto mismo ser constituida Reina del universo y colocada en un majestuoso trono, desde donde tierna y compasiva miráis las desgracias de la humanidad, para remediarlas con solicitud maternal; compadeceos, augusta Madre, de nuestras grandes desventuras. El mundo no ha dejado en nosotros más que tristes decepciones y amargos desengaños; en vano hemos corrido en pos de la felicidad mentida que promete a sus adoradores, pues no hemos probado otra cosa que la hiel amarga del remordimiento, y nuestros ojos han derramado abundantes lágrimas que no han podido enjugar nuestros hermanos. Por todas partes nos persiguen legiones infernales incitándonos al mal, y no tenemos otro abrigo que refugiarnos bajo los pliegues de vuestro manto virginal, como los polluelos perseguidos por el milano no tienen otro asilo que agruparse bajo las alas del ave que les dio el ser. Por esto, desde el fondo de nuestras amarguras clamamos a Vos para que enviéis hasta nosotros y para nuestra defensa a los espíritus angélicos, de quienes sois la Reina y Soberana, a fin de que nos libren de sus astutas asechanzas y nos guíen por el recto camino de la felicidad. Amen

 

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

San Miguel, ruega por nosotros.

San Rafael, ruega por nosotros.

San Gabriel, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los ángeles y santos de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado este ejercicio en honor a los santos ángeles, compártelo con tus familiares y amigos!

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.