LA INMOLACIÓN DEL MESÍAS
Dom Gueranger
Martes Santo
LA INMOLACIÓN DEL MESÍAS. — Una vez más deja oír su voz el profeta Jeremías. Hoy nos presenta las propias palabras de sus enemigos que han conspirado para darle muerte. Todo es misterioso; se siente que el profeta es aquí figura de uno mayor que él. “Pongamos, dicen, astillas en su pan”, es decir: Arrojemos un lefio venenoso en su alimento para causarle la muerte. Tal es el sentido literal cuando no se refiere más que al profeta; pero, ¡cuánto mejor se cumplen estas palabras en nuestro Redentor! La carne divina, nos dice, es el pan verdadero bajado del cielo; este Pan, este cuerpo del Hombre-Dios está destrozado, ensangrentado; los judíos le clavan sobre un madero de modo que está traspasado de dolor al mismo tiempo que este madero está completamente bañado en su sangre. Sobre este madero se inmola el Cordero de Dios; y por este sacrificio participamos del Pan celestial, que es al mismo tiempo la carne del Cordero y nuestra verdadera Pascua, El gradual, tomado del salmo XXXIV, nos muestra el contraste de la vida humilde del Salvador con los aires amenazadores y arrogantes de sus enemigos.