Para la
recuperación de una adecuada interpretación de la Escritura conviene una escucha
renovada de los Padres de la Iglesia. Ellos son en primer lugar y esencialmente
unos comentadores de la Sagrada Escritura.
La tradición
patrística y medieval reconocía los diversos sentidos de la Escritura,
comenzando por el literal: La letra
enseña los hechos, la alegoría lo que se ha de creer, el sentido moral lo que
hay que hacer y la anagogía hacia dónde se tiende.
No se es fiel a
la intención de los textos bíblicos, sino cuando se procura encontrar, en el
corazón de su formulación, la realidad de fe que expresan, y se enlaza ésta a
la experiencia creyente de nuestro mundo. Sólo en esta perspectiva se puede
reconocer que la Palabra de Dios está viva y se dirige a cada uno en el momento
presente de nuestra vida.
El sentido
espiritual de la Escritura es «el sentido expresado por los textos bíblicos,
cuando se los lee bajo la influencia del Espíritu Santo en el contexto del misterio
pascual de Cristo y de la vida nueva que proviene de él.
Cfr. Verbum Domini 37