JORNADAS
DE LOS DIVINOS PEREGRINOS
JESUS,
MARIA Y JOSÉ
Puesta el alma en presencia de
nuestros Peregrinos sagrados, harás todos los días de la novena el siguiente:
ACTO DE CONTRICCION
Señor mío Jesucristo, divino y
eterno Verbo y Dios encarnado en las entrañas de María Santísima; el amor que
me tienes te hizo bajar del Cielo a la Tierra, hasta ponerte en un establo. ¡Oh,
cuanto siente haberte cerrado las puertas de mi corazón, dándote con ellas en
la cara, haciéndose sordo a tus divinas inspiraciones y llamamientos, cuando
con tanto amor viniste a los desiertos del mundo a buscar la perdida oveja de mi alma con tantos
trabajos, para llevarla a los apriscos de tu Gloria! Rompe, Señor, los cerrojos
de este ingrato corazón mío con la luz y conocimiento de mi aborrecible
ingratitud. Si buscas pesebre donde reclinar la cabeza, pesebre pobrísimo es mi corazón; consume con
el fuego de tu amor hasta las pajas de imperfecciones, y aparte de mí todas mis
abominables culpas, las cuales de todo mi corazón me pesa de haberlas cometido
contra Ti y delante de Ti, por ser quien eres. Y, pues, vienes a buscar no
justos, sino pecadores, yo soy el mayor de todos, y quien más que todos te ha
ofendido: confió en tu misericordia que me perdonaras y darás gracias para
servirte y para saber amarte con perseverancia hasta el fin de mi vida. Amen
20 DE DICIEMBRE.
QUINTA JORNADA
Camina, alma mía, en compañía
de nuestros sagrados Peregrinos sin perderlos de vista, y contempla en esta
quinta jornada, que hizo nuestra purísima Reina desde el pozo de Siquem hasta
el lugar llamado Necmas; contempla lo que dice la venerable Madre María de
Jesús de Agreda, que muchas veces se hospedaba la Santísima Virgen entre los
corrales de las ovejas, porque no le daban otro mejor lugar los vecinos; pues
considera este día, que no hallando en este corto lugar posada, se retira a la
montaña; y entrando por las puertas de la cabaña, se levantan alegres los
corderillos y las ovejas, y con sus balidos le ofrecen aquel humilde lugar
retirándose, como dice la venerable
Madre, a un rincón, reconociendo los brutos a su Señor y Creador. Considera,
pues, la humildad de la santísima Virgen y Reina de los ángeles; mírala apearse
del jumentillo, acogerse entre los espinos y contempla cuales serían sus
pensamientos de aquel divino Pastor en las entrañas de su Madre, que vino buscar la perdida oveja, y que lágrimas derramaría
por las veces que tú y yo le habíamos de tener entre las espinas y abrojos de
nuestros pecados.
Acabarás cada día con nueve
Avemarías, que rezaras de rodillas como quien va acompañando a la santísima
Virgen Maria; y llegando a las palabras bendito es el fruto de tu vientre, Jesús, besaras la tierra o el suelo, adorando al Verbo encarnado en sus
purísimas entrañas con profunda humildad y reverencia; y esto mismo harás todos
los días, y luego dirás la siguiente oración final
Oración de San Agustín a
la
SANTISIMA VIRGEN MARIA
Madre
de toda piedad, acordaos que desde que el mundo es no se sabe que hayáis dejado
sin consuelo a quien llego a pedírosle; que no se ha oído jamás decir que quien
llego a vuestros ojos con miserias dejase de salir de vuestra presencia sino
remediado; y así, confiado en vuestras piadosas entrañas y afable condición, me
arrojo a vuestros pies. No queráis ¡oh Madre del Verbo y palabra eterna!,
despreciar mis palabras y ruegos, sino oídme propicia; otorgad lo que con
lágrimas de mi corazón os suplico.
Hay concedidos 460 días de
indulgencia por cada vez que se rece esta oración, pidiendo al Señor por las
necesidades de la Iglesia y del Estado.