JORNADAS DE LOS DIVINOS PEREGRINOS
JESUS, MARIA Y JOSÉ
Puesta el alma en presencia de
nuestros Peregrinos sagrados, harás todos los días de la novena el siguiente:
ACTO DE CONTRICCION
Señor
mío Jesucristo, divino y eterno Verbo y Dios encarnado en las entrañas de María
Santísima; el amor que me tienes te hizo bajar del Cielo a la Tierra, hasta
ponerte en un establo. ¡Oh, cuanto siente haberte cerrado las puertas de mi
corazón, dándote con ellas en la cara, haciéndose sordo a tus divinas
inspiraciones y llamamientos, cuando con tanto amor viniste a los desiertos del
mundo a buscar la perdida oveja de mi
alma con tantos trabajos, para llevarla a los apriscos de tu Gloria! Rompe,
Señor, los cerrojos de este ingrato corazón mío con la luz y conocimiento de mi
aborrecible ingratitud. Si buscas pesebre donde reclinar la cabeza, pesebre pobrísimo es mi corazón; consume con
el fuego de tu amor hasta las pajas de imperfecciones, y aparte de mí todas mis
abominables culpas, las cuales de todo mi corazón me pesa de haberlas cometido
contra Ti y delante de Ti, por ser quien eres. Y, pues, vienes a buscar no
justos, sino pecadores, yo soy el mayor de todos, y quien más que todos te ha
ofendido: confió en tu misericordia que me perdonaras y darás gracias para
servirte y para saber amarte con perseverancia hasta el fin de mi vida. Amen
17 DE DICIEMBRE. SEGUNDA JORNADA. NAÍN
Esta
es la segunda jornada, y fue a la ciudad de Nain, donde resucito el Niño dios
al hijo de la viuda en su mayor edad. Contempla en esta jornada los trabajos de
nuestra Reina y Señora, experimentando las lluvias del cielo y aires fríos, las
penalidades del camino y a su santo Esposo caminado a pie, para que tu aprendas
a separarte de las veredas ásperas, limpiando los caminos pedregosos, sin
descansas hasta llegar a la ciudad, donde puedes considerar a este Patriarca
santo avergonzado a las puestas de los mesones buscando posada para su fatigada
Esposa, y las palabras ásperas y desabridas con que le despedían los mesoneros,
como gente interesada; el desconsuelo con que se quedarían en el rincón del
portal, aumentado la pena de ambos Esposos al ver a Dios a las puertas de un
mesón, sin dar entrada a la misma Luz; y mira tú cuantas veces has hecho lo
mismo, despidiendo a Dios de tu corazón con el pecado, por tener tu alma hecha
un mesón público de los demonios. Abre en este día las puertas de tu corazón, y
oye que te dice desde el vientre de su Madre: Mira, alma mía, en cuya busca
vengo para llevarte a mi gloria, que estoy llamando a las puertas de tu
corazón; ábreme, que no tengo donde reclinar la cabeza.
Acabarás cada día con nueve
Avemarías, que rezaras de rodillas como quien va acompañando a la santísima
Virgen Maria; y llegando a las palabras bendito es el fruto de tu vientre, Jesús, besaras la tierra o el suelo, adorando al Verbo encarnado en sus purísimas
entrañas con profunda humildad y reverencia; y esto mismo harás todos los días,
y luego dirás la siguiente oración final
Oración de San Agustín a
la
SANTISIMA VIRGEN MARIA
Madre
de toda piedad, acordaos que desde que el mundo es no se sabe que hayáis dejado
sin consuelo a quien llego a pedírosle; que no se ha oído jamás decir que quien
llego a vuestros ojos con miserias dejase de salir de vuestra presencia sino
remediado; y así, confiado en vuestras piadosas entrañas y afable condición, me
arrojo a vuestros pies. No queráis ¡oh Madre del Verbo y palabra eterna!,
despreciar mis palabras y ruegos, sino oídme propicia; otorgad lo que con
lágrimas de mi corazón os suplico.
Hay concedidos 460 días de
indulgencia por cada vez que se rece esta oración, pidiendo al Señor por las
necesidades de la Iglesia y del Estado.