JORNADAS
DE LOS DIVINOS PEREGRINOS
JESUS,
MARIA Y JOSÉ
Puesta el alma en presencia de
nuestros Peregrinos sagrados, harás todos los días de la novena el siguiente:
ACTO DE CONTRICCION
Señor mío Jesucristo, divino y
eterno Verbo y Dios encarnado en las entrañas de María Santísima; el amor que
me tienes te hizo bajar del Cielo a la Tierra, hasta ponerte en un establo. ¡Oh,
cuanto siente haberte cerrado las puertas de mi corazón, dándote con ellas en
la cara, haciéndose sordo a tus divinas inspiraciones y llamamientos, cuando
con tanto amor viniste a los desiertos del mundo a buscar la perdida oveja de mi alma con tantos
trabajos, para llevarla a los apriscos de tu Gloria! Rompe, Señor, los cerrojos
de este ingrato corazón mío con la luz y conocimiento de mi aborrecible
ingratitud. Si buscas pesebre donde reclinar la cabeza, pesebre pobrísimo es mi corazón; consume con
el fuego de tu amor hasta las pajas de imperfecciones, y aparte de mí todas mis
abominables culpas, las cuales de todo mi corazón me pesa de haberlas cometido
contra Ti y delante de Ti, por ser quien eres. Y, pues, vienes a buscar no
justos, sino pecadores, yo soy el mayor de todos, y quien más que todos te ha
ofendido: confió en tu misericordia que me perdonaras y darás gracias para
servirte y para saber amarte con perseverancia hasta el fin de mi vida. Amen
16 DE DICIEMBRE
DIA PRIMERO.
PRIMERA JORNADA. MONTE TABOR
Esta es la primera jornada, y
es el monte Tabor, donde obró el divino Niño el misterio de la Transfiguración
en su mayor edad, manifestando su gloria a tres discípulos. Ahora contemplarás
la humildad y pobreza con que emprendió su viaje nuestra purísima Reina, no
llevando otra cosa que un poco de pan y fruta para tan dilatadas jornadas, caminando
por aquellos montes de nieve en un pobre y humilde jumento. Y a su santo Esposo
hecho el conductor de la divina Madre, llevando sobre sus hombros el fardito de
la ropa y ajuar para el divino Niño, guiando el jumento por las veredas más
suaves. Contempla también como llegando a aquel alto monte, le formo el santo José
entre las ramas un pabellón con su humilde capa para resistir los aires fríos
del riguroso invierno. Mira también al divino Niño en aquel virginal tálamo,
donde teniendo muy presente el misterio de la Trasfiguración, miraba los pocos
que le habían de seguir por las sendas del camino de la cruz para llegar a la
posada eterna de la Gloria; los muchos que habían de perderse en la
peregrinación y viaje a la eternidad por el camino ancho de la perdición; y
mira que camino llevas para llegar al alto monte de la Gloria, y pídelo a
nuestros Peregrinos sagrados que te admitan en su compañía para llegar con
seguridad al Belén de la Gloria.
Acabaras cada día con nueve
Avemarías, que rezaras de rodillas como quien va acompañando a la santísima
Virgen Maria; y llegando a las palabras bendito es el fruto de tu vientre, Jesús, besaras la tierra o el suelo, adorando al Verbo encarnado en sus
purísimas entrañas con profunda humildad y reverencia; y esto mismo harás todos
los días, y luego dirás la siguiente oración final
Oración de San Agustín a la
SANTISIMA VIRGEN MARIA
Madre de toda piedad, acordaos
que desde que el mundo es no se sabe que hayáis dejado sin consuelo a quien
llego a pedírosle; que no se ha oído jamás decir que quien llego a vuestros
ojos con miserias dejase de salir de vuestra presencia sino remediado; y así,
confiado en vuestras piadosas entrañas y afable condición, me arrojo a vuestros
pies. No queráis ¡oh Madre del Verbo y palabra eterna!, despreciar mis palabras
y ruegos, sino oídme propicia; otorgad lo que con lágrimas de mi corazón os
suplico.
Hay concedidos 460 días de indulgencia por cada
vez que se rece esta oración, pidiendo al Señor por las necesidades de la
Iglesia y del Estado.