LA LITURGIA, LUGAR PRIVILEGIADO DE LA PALABRA DE DIOS
Reflexión diaria acerca de
la Palabra de Dios.
Al considerar la Iglesia como «casa de la Palabra»,se
ha de prestar atención ante todo a la sagrada liturgia como ámbito privilegiado
en el que Dios nos habla en nuestra vida, habla hoy a su pueblo, que escucha y
responde. Todo acto litúrgico está por su naturaleza empapado de la Sagrada
Escritura:
-
de ella se toman las lecturas que se explican en la
homilía, y los salmos que se cantan;
- las preces,
oraciones y cantos litúrgicos están impregnados de su aliento y su inspiración;
- de ella reciben
su significado las acciones y los signos.
-
Cristo mismo
«está presente en su palabra, pues es Él mismo el que habla cuando se lee en la
Iglesia la Sagrada Escritura».
La celebración litúrgica se convierte en una continua,
plena y eficaz exposición de esta Palabra de Dios. Así, la Palabra de Dios,
expuesta continuamente en la liturgia, es siempre viva y eficaz por el poder
del Espíritu Santo, y manifiesta el amor operante del Padre, amor indeficiente
en su eficacia para con los hombres».
Gracias precisamente al Paráclito, «la Palabra de Dios
se convierte en fundamento de la acción litúrgica, norma y ayuda de toda la
vida. Por consiguiente, la acción del Espíritu... va recordando, en el corazón
de cada uno, aquellas cosas que, en la proclamación de la Palabra de Dios, son
leídas para toda la asamblea de los fieles, y, consolidando la unidad de todos,
fomenta asimismo la diversidad de carismas y proporciona la multiplicidad de
actuaciones».
La hermenéutica de la fe respecto a la Sagrada
Escritura debe tener siempre como punto de referencia la liturgia, en la que se
celebra la Palabra de Dios como palabra actual y viva.
Aquí se muestra también la sabia pedagogía de la Iglesia,
que proclama y escucha la Sagrada Escritura siguiendo el ritmo del año
litúrgico: al conmemorar así los misterios de la redención, abre la riqueza de
las virtudes y de los méritos de su Señor, de modo que se los hace presentes en
cierto modo a los fieles durante todo tiempo para que los alcancen y se llenen
de la gracia de la salvación».
Cfr.
Verbum Domini 52