lunes, 25 de julio de 2016

VOSOTROS ME HABLÁIS DE HONORES Y DE CORONAS; MAS YO ME OCUPO SOLO DE LUCHAS Y DE SUDORES. San Juan Crisóstomo





Homilía de maitines
25 de julio
SANTIAGO APOSTOL, PATRONO DE ESPAÑA
Forma Extraordinaria del Rito Romano

 HOMILIA DE SAN JUAN CRISOSTOMO
Homilía 60 sobre  San Mateo
Nadie  se turbe al oírnos decir que los Apóstoles fueron tan imperfectos, ya que no se había consumado todavía el misterio de la cruz ni se había aun infundido en sus corazones la gracia del Espíritu Santo. Si quieres, empero, conocer verdaderamente su virtud, considera lo que fueron después de recibir la gracia del Espíritu Santo, y les veras triunfar de toda perversa inclinación. Por esto, cabalmente, se pone de manifiesto ahora su imperfección, para que puedas ver claramente la transformación que obró en ellos la gracia. Es evidente que en esta ocasión no pedían nada espiritual y que ni remotamente pensaban en el reino de los cielos. Pero veamos también como se acercan al Señor, y que es lo que le dicen: “Queremos, le dicen, que nos otorgues cuanto te pidamos”. A lo cual, Cristo replica: “¿Y que es lo que queréis?”; no porque lo ignore, sino para darles ocasión de descubrir en su respuesta la llaga de su alma, y poder aplicarles la medicina. 
Más ellos, confusos y avergonzados, ya que obran impulsados tan solo por ambiciones humanas, tomaron a Cristo aparte de los demás discípulos, para hacerle a solas la demanda. Se adelantaron, en efecto para que no se enterasen los demás y así expusieron finalmente lo que deseaban. Aspiraban, según mi opinión, a que les fueran reservados los primeros de aquellos tronos que Jesús había prometido a los Apóstoles. Conocían, sin duda, la predilección que Jesús les profesaba; temiendo, sin embargo que Pedro fuese preferido a ellos, se atrevieron a pedirle: “Manda que nos sentemos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”. Y para obligarle mas, le dicen: “Manda”. ¿Qué les responderá Jesús? Dándoles a entender que no solicitaban ninguna gracia espiritual, y que ni siquiera sabían lo que le pedían, pues a saberlo, no osaran pedirlo, les responde: “¡No sabéis lo que pedís!”; ignoráis cuan grande y cuan admirable es esto, y hasta que punto es superior a las mismas Virtudes celestiales.
Y añadió: “¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?”. Ya veis cuán pronto desvaneció sus ilusiones, anunciándoles precisamente todo lo contrario de lo que deseaban. Porque vosotros, parece decirlos, me habláis de honores y de coronas; mas yo me ocupo solo de luchas y de sudores. No es hora todavía de recompensas, ni la gloria que  me corresponde ha de manifestarse ahora; estamos aun en tiempo de persecución, y de peligros. Fijémonos, empero, como con la misma pregunta los exhorta y atrae. No les dice: ¿Podéis afrontar la muerte? ¿Podéis derramar la sangre? Sino: “¿Podéis beber el cáliz, y para estimularles añade:, que yo he de beber?” : a fin de disponernos mejora a sufrir con la perspectiva de participar en sus mismos sufrimientos