jueves, 7 de julio de 2016

LA IMPORTANCIA DE LA FAMILIA PARA LA PERSONA Y PARA LA MISMA SOCIEDAD Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 212-214)






LA IMPORTANCIA DE LA FAMILIA
PARA LA PERSONA Y PARA LA MISMA SOCIEDAD
Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 212-214)
Una mirada desde la fe a nuestra sociedad nos hace caer en la cuenta que la guerra de Maligno contra Dios y su criatura amada (los hombres) está centrada en la destrucción de la familia: porque destruida la familia, se deteriora al hombre de forma casi irremediable para su relación con Dios, con los demás y consigo mismo. Pensemos en todas las legislaciones anti-familia que no son más que instrumentos legales de esta guerra. Por eso, hemos de recordar la verdad sobre la familia y el matrimonio y hacernos eco de las enseñanzas de los últimos Papas al respecto.
En la familia el hombre nace y crece. Es en la familia, originada de la entrega recíproca del hombre y de la mujer unidos en matrimonio, donde el niño encuentra el ambiente de vida para  1) desarrollar sus potencialidades, 2) hacerse consciente de su dignidad y 3) prepararse a afrontar su destino único e irrepetible.
Es en el afecto familiar donde las personas son reconocidas y responsabilizadas en su integridad: reciben las primeras nociones sobre la verdad y el bien; aprenden qué quiere decir amar y ser amado y, por consiguiente, qué quiere decir en concreto ser una persona.  Las obligaciones de sus miembros no están limitadas por los términos de un contrato, sino que derivan de la esencia misma de la familia.
La familia, comunidad natural en donde se experimenta la sociabilidad humana, contribuye en modo único e insustituible al bien de la sociedad.
Una sociedad a medida de la familia es la mejor garantía contra toda tendencia de tipo individualista o colectivista, porque en ella la persona es siempre el centro de la atención en cuanto fin y nunca como medio.
El bien de las personas y el buen funcionamiento de la sociedad están estrechamente relacionados con la promoción de la estabilidad del matrimonio y de la familia.
En la familia 1) se inculcan los valores morales, 2) se transmite el patrimonio espiritual-religioso y el patrimonio cultural de la Nación, y 3) en ella se aprenden las responsabilidades sociales y la solidaridad.
La sociedad y el Estado están en función de la familia. La familia, sujeto titular de derechos inviolables, encuentra su legitimación en la naturaleza humana y no en el reconocimiento del Estado.
Todo modelo social que busque el bien del hombre no puede prescindir de la centralidad y de la responsabilidad social de la familia.  Las autoridades públicas no deben sustraer a la familia las tareas que puede desempeñar sola o libremente asociada con otras familias; por otra parte, las mismas autoridades tienen el deber de auxiliar a la familia, asegurándole las ayudas que necesita para asumir de forma adecuada todas sus responsabilidades.
Pidamos la intercesión de los santos ángeles para que custodien y protejan a las familias en esta lucha, así como guardoron a la Sagrada Familia en su camino a Egipto.