viernes, 8 de julio de 2016

EL MATRIMONIO, FUNDAMENTO DE LA FAMILIA. SU VALOR PERMANENTE Y UNIVERSAL. Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 215-218)





EL MATRIMONIO, FUNDAMENTO DE LA FAMILIA.
SU VALOR PERMANENTE Y UNIVERSAL
Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 215-218)
Ante la confusión reinante en nuestra sociedad, tenemos que recordar que:
La familia tiene su fundamento en la libre voluntad de los cónyuges (varón y mujer) de unirse en matrimonio, respetando el significado y los valores propios de esta institución, que no depende del hombre, sino de Dios mismo: DIOS ES EL AUTOR DEL MATRIMONIO, AL CUAL HA DOTADO CON BIENES Y FINES VARIOS.
Ningún poder puede abolir el derecho natural al matrimonio ni modificar sus características ni su finalidad. El matrimonio tiene características propias, originarias y permanentes.  La sociedad no puede disponer del vínculo matrimonial, con el cual los dos esposos se prometen fidelidad, asistencia recíproca y apertura a los hijos, aunque ciertamente le compete regular sus efectos civiles.
El matrimonio tiene como rasgos característicos:
1.- la totalidad, en razón de la cual los cónyuges se entregan recíprocamente en todos los aspectos de la persona, físicos y espirituales;
2.- la unidad que los hace « una sola carne » (Gn 2,24); 
3.- la indisolubilidad y la fidelidad que exige la donación recíproca y definitiva;
4.- la fecundidad a la que naturalmente está abierto.
El matrimonio, en su verdad objetiva, está ordenado a la procreación y educación de los hijos. La unión matrimonial, en efecto, permite vivir en plenitud el don sincero de sí mismo, cuyo fruto son los hijos, que, a su vez, son un don para los padres, para la entera familia y para toda la sociedad.