“NO EXISTE EL DERECHO AL HIJO”
Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la
Iglesia (n.235-236)
El
deseo de maternidad y paternidad no justifica ningún derecho al hijo, en
cambio, son evidentes los derechos de quien aún no ha nacido, al que se deben
garantizar las mejores condiciones de existencia, mediante la estabilidad de la
familia fundada sobre el matrimonio y la complementariedad de las dos figuras,
paterna y materna.
Es
necesario reafirmar que no son moralmente aceptables todas aquellas técnicas de reproducción —como la donación de esperma o de
óvulos; la maternidad sustitutiva; la fecundación artificial heteróloga— en las
que se recurre al útero o a los gametos de personas extrañas a los cónyuges.
Estas prácticas dañan el derecho del hijo a nacer de un padre y de una madre
que lo sean tanto desde el punto de vista biológico como jurídico. También son
reprobables las prácticas que separan el acto unitivo del procreativo mediante
técnicas de laboratorio, como la inseminación y la fecundación artificial
homóloga, de forma que el hijo aparece más como el resultado de un acto
técnico, que como el fruto natural del acto humano de donación plena y total de
los esposos. Evitar el recurso a las diversas formas de la llamada procreación asistida, la cual
sustituye el acto conyugal, significa respetar —tanto en los mismos padres como
en los hijos que pretenden generar— la dignidad integral de la persona humana. Son lícitos, en cambio, los medios que
se configuran como ayuda al acto conyugal o en orden a lograr sus efectos.
Una
cuestión de particular importancia social y cultural, por las múltiples y
graves implicaciones morales que presenta, es la clonación humana, término que,
de por sí, en sentido general, significa reproducción de una entidad biológica
genéticamente idéntica a la originante. Desde el punto de
vista ético, la simple replicación de células normales o de porciones del
ADN no presenta problemas particulares. Muy diferente es el juicio del
Magisterio acerca de la clonación propiamente dicha –ya por motivos de
reproducción ya por investigación-. Ésta es contraria a la dignidad de la
procreación humana porque se realiza en ausencia total del acto de amor
personal entre los esposos, tratándose de una reproducción agámica y asexual.
En segundo lugar, este tipo de reproducción representa una forma de
dominio total sobre el individuo reproducido por parte de quien lo reproduce.