martes, 12 de julio de 2016

LA FAMILIA ES AMOR. Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 221-222)




LA FAMILIA ES AMOR
Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 221-222)
La familia se presenta como lugar de comunión —tan necesaria en una sociedad cada vez más individualista—, gracias al incesante dinamismo del amor, dimensión fundamental de la experiencia humana, cuyo lugar privilegiado para manifestarse es precisamente la familia.

El amor hace que el hombre se realice mediante la entrega sincera de sí mismo. Amar significa dar y recibir lo que no se puede comprar ni vender, sino sólo regalar libre y recíprocamente.

Gracias al amor, realidad esencial para definir el matrimonio y la familia, cada persona, hombre y mujer, es reconocida, aceptada y respetada en su dignidad.

Esto pone al descubierto las carencias y contradicciones de una sociedad que tiende a privilegiar relaciones basadas principalmente, cuando no exclusivamente, en criterios de eficiencia y funcionalidad.

La familia es la primera e insustituible escuela de socialidad, y ejemplo y estímulo para el resto de las relaciones sociales en el respeto, justicia, diálogo y amor.

Expresión de este amor y respeto a las personas por su dignidad, está la atención esmerada de los ancianos que viven en la familia: su presencia supone un gran valor. Los ancianos constituyen una importante escuela de vida, capaz de transmitir valores y tradiciones y de favorecer el crecimiento de los más jóvenes: estos aprenden así a buscar no sólo el propio bien, sino también el de los demás. Si los ancianos se hallan en una situación de sufrimiento y dependencia, no sólo necesitan cuidados médicos y asistencia adecuada, sino, sobre todo, ser tratados con amor.