CELEBRAR
LA FIESTA DE SANTIAGO APÓSTOL, ES CELEBRAR LA MISERICORDIA DE DIOS.
Homilía, 25 de
julio de 2016
Queridos hermanos todos,
Un año más nos
reunimos para celebrar la solemnidad del Apóstol Santiago, Patrono de España,
nuestra querida patria.
Celebrar la
fiesta de Santiago Apóstol, es celebrar la misericordia de Dios. Pues, Dios en
su misericordia, "al llegar la
plenitud de los tiempos, envió a su hijo, nacido de mujer
a fin de que
redimiera a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción de
hijos." Para ello, Aquel que es la misericordia de Dios
encarnada, tras una vida oculta y silenciosa en Nazaret, alejada del ajetreo
mundano, comenzó a predicar la Buena Nueva de Evangelio. Escogió a doce hombres
para fundar el nuevo Israel –la Iglesia-, y entre esos doce varones estaba
Santiago. Jesús lo llamó junto con su hermano Juan en medio de su tarea diaria
de pescador… La misericordia de Dios sorprendió a este sencillo y humilde
pescador, le llamó, lo miró con amor, le invitó a seguirle para estar junto con
él y convertirse en pescador de hombres.
La vocación -la llamada de Jesús para ser sus discípulos-
es una misericordia de Dios. Para Él, no somos simples seres anónimos. Dios no
vive indiferente ante la suerte de sus criaturas. Él quiere ser amigo de cada
uno de nosotros, nos llama y nos invita a una relación de amistad, porque su
amor por nosotros es eterno.
Santiago,
nuestro apóstol, pudo experimentar el amor de Dios en la persona de Jesús: pues
como dijo el Papa Francisco al convocar el Año de la Misericordia: “Su persona no es otra cosa sino amor. Un
amor que se dona gratuitamente. Sus relaciones con las personas que se le
acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo
hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y
sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia. En Él todo habla de
misericordia. Nada en Él es falto de compasión.”
Santiago supo
responder a esta llamada de la misericordia. Dejando las redes, la barca y su
padre comenzó a seguir a Jesús. Se supo amado y respondió con amor. Así,
también nosotros, hemos de responder a nuestra vocación cristiana con amor. La
fe es la respuesta a Dios que se revela, pero una respuesta que no puede ser
simplemente asentimiento intelectual o fruto de la costumbre. La fe está
íntimamente e indisolublemente unida a la caridad. “No se comienza a ser
cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un
acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con
ello, una orientación decisiva.” –decía el Papa Benedicto XVI en su primera
encíclica.
El encuentro de
Jesús con Santiago dio una orientación decisiva a su existencia adecuando su
vida a la palabra de Jesús hasta llegar a dar su vida por la fe –como se narra
en el libro de los Hechos de los Apóstoles-. Ese encuentro ha marcado la
existencia de los otros apóstoles, como también a lo largo de la historia de
tantos hombres y mujeres que han querido responder a la llamada de Jesús.
También para nosotros, el encuentro con Jesús Misericordioso ha de marcar
nuestra existencia y como los apóstoles tenemos que obedecer a Dios antes que a los hombres, sabiendo que los
mandamientos de la ley de Dios son el camino seguro para vivir en verdad y en
libertad.
Celebrar la
fiesta de Santiago Apóstol, es celebrar la misericordia de Dios,
particularmente en su providencia con nuestra
Patria España. Hoy, desde los profundo del corazón, hemos de repetir las
palabras del salmista: “Cantaré eternamente las misericordias del Señor.” En su providencia amorosa, Dios quiso que la
fe llegase a nuestra tierra -en aquellos momentos era una provincia del Imperio
Romano-, por la predicación de su Apóstol Santiago. Aquella predicación fue la
semilla enterrada que daría mucho fruto, a pesar del aparente fracaso inicial.
Prueba de ello, son las grandes gestas de la historia de España. Una historia que
no simples acontecimientos, sino una historia íntimamente unida a la fe en
Jesucristo.
Aquellos que
quieren hacer de España una nación laica, sin Dios, sin Iglesia, sin Religión
no tienen otro fin que destruir lo que España ha sido y lo que la identifica.
Su fin es matar el espíritu del pueblo español. Quieren arrancar el alma de
nuestra patria, para dejarla a la merced de las pasiones más bajas del hombre, de
las modas cambiantes y de la cultura de muerte que busca imponerse.
Es necesario
hacer memoria y recordar las misericordias de Dios para con nuestro pueblo,
como tantas veces el Señor en la historia de la salvación pide al pueblo de
Israel.
Hemos de recordar
y dar gracias por la llamada a la fe y predicación del Apóstol Santiago así
como la aparición de la Virgen del Pilar en Zaragoza para confortar al apóstol
mostrando su predilección por nuestra tierra, que puede llamarse como dijo el
Papa Juan Pablo II: “España, tierra de María.” Hemos de recordar y dar gracias
también por la bendición que supone para nuestra patria el contar con la
presencia de los restos mortales del Apóstol en Compostela, traídos por sus
discípulos tras ser decapitado en Jerusalén. Su presencia en Compostela es
fuente de bendiciones: el apóstol intercede por todos los pueblos de nuestra
patria, por cada familia, por cada uno de los españoles. Su sepulcro en
Santiago ha configurado con el fenómeno de la peregrinación lo que España y
Europa son en la actualidad.
Hemos de
recordar y dar gracias por la muchedumbre de mártires que jalonan el martirologio
español desde las persecuciones romanas, pasando por la invasión musulmana,
hasta la persecución religiosa de los años 30 del siglo XX, que son el orgullo
y el honor de nuestro pueblo.
Hemos de
recordar y dar gracias por la ardua empresa de la defensa de la patria y de la
fe en la reconquista culminada con la toma y victoria de Granada en 1942 por
SSMM los Reyes Católicos. Victoria y triunfo no debida solo a las armas y a la
técnica de guerra. En aquella empresa, nuestros mayores contaron con la protección
de Dios, la intercesión de la Virgen desde su Santuario de Covadonga y la
intervención gloriosa de Santiago. Su ardor en la defensa de la patria era
impulsado por la fuerza de su fe.
Hemos de
recordar y dar gracias por las misericordias de Dios para con nuestro pueblo,
al ser escogido entre las otras naciones católicas, para llevar la fe a todo un
nuevo continente. Gracias a España, millones de personas han conocido el amor
de Dios y han sido liberados de la ley del pecado, para gozar de la dicha de
ser hijos de Dios. No creamos los “leyendas negras” cuyo único propósito es descreditar nuestra
historia, nuestra fe y el nombre de la Iglesia.
Celebrar la
fiesta de Santiago Apóstol, es celebrar la misericordia de Dios, que se hace
palpable y adquiere un rostro en cada cristiano que responde al amor de Dios.
Como Santiago y Juan somos invitados por Jesús a beber su cáliz, el cáliz del amor, el cáliz de la
entrega desinteresada, del amor gratuito, de la propia donación hasta la dar la
propia vida como Jesús en la cruz. Una donación que se concreta en nuestra vida
de caridad y en la práctica de las obras de misericordia. Entonces, la petición
de los apóstoles podrá ser verdad, podremos sentarnos a derecha e izquierda en
el Reino y podremos oír las palabras de Jesús: “Venid, benditos de mi Padre,
heredad el Reino de preparado para vosotros, desde la creación del mundo,
porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber…”
Terminemos, queridos
hermanos, poniéndonos a las plantas del Glorioso Apóstol Santiago, y pidamos
con las palabras del himno majestuoso que hoy resuena en toda España: Santo
Adalid, Patrón de las Españas, Amigo del Señor: Defiende a tus discípulos
queridos, protege a tu nación. Amén.