LLAMADA
AL PROTAGONISMO DE LA FAMILIA
Reflexión
diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n.248-251)
La
doctrina social de la Iglesia hace una llamada a las familias a ser realmente
protagonistas de la vida social, ya que son la primera sociedad natural
necesaria para la existencia de cualquier otra entidad mayor.
Un
protagonismo en la solidaridad, ya que la familia está fundada
en el amor. Una solidaridad que puede asumir el rostro del servicio y de la
atención a cuantos viven en la pobreza y en la indigencia, a los huérfanos, a
los minusválidos, a los enfermos, a los ancianos, a quien está de luto, a
cuantos viven en la confusión, en la soledad o en el abandono; una solidaridad
que se abre a la acogida, a la tutela o a la adopción; que sabe hacerse voz
ante las instituciones de cualquier situación de carencia, para que intervengan
según sus finalidades específicas.
Un
protagonismo también en la vida política, no solo procurando que las leyes y
las instituciones del Estado no sólo no ofendan, sino que sostengan y defiendan
positivamente los derechos y deberes de la familia; sino también asumiendo
responsabilidades en transformar la sociedad. De aquí, la importancia del asociacionismo
familiar con el fin de cumplir la tarea familiar de manera apropiada y eficaz,
así como defender los derechos, fomentar el bien y representar los intereses de
la familia.
La familia debe
ser considerada protagonista esencial también de la vida económica, orientada
no por la lógica del mercado, sino según la lógica del compartir y de la
solidaridad entre las generaciones. En la vida laboral, ha de considerarse al
trabajador no como un miembro aislado, sino como miembro de una familia a la
que le une vínculos no contractuales y cuyos deberes están por encima de los
criterios deshumanizantes del materialismo y de la economía de mercado. En este
sentido, la relación correcta ha de manifestarse en el salario que ha de ser suficiente
para mantener y vivir dignamente, permitiendo el acceso a la propiedad privada
y al ahorro.
La familia
contribuye al mundo del trabajo a través de la educación que se da a las nuevas
generaciones sobre el sentido del trabajo y mediante el ofrecimiento de
orientaciones y apoyos ante las mismas decisiones profesionales.
En el ámbito
laboral se ha de proteger también a la mujer y su misión materna, fundamental
para la subsistencia de cualquier sociedad. Ha de valorarse y llegar a
retribuirse el trabajo del hogar, del que tanto son responsables las mujeres
como los varones.