Homilía de maitines
2 de julio
LA VISITACIÓN DE NUESTRA SEÑORA A SU PRIMA SANTA ISABEL
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Homilía
de san Ambrosio, obispo
Comentario sobre
san Lucas, L. 2
Consideremos
que el superior se dirige al inferior para serle útil: María a Isabel,
Jesucristo a Juan. De un modo semejante, el Señor acudirá más tarde al bautismo
de Juan para santificar este bautismo. Y, al punto de llegar María, se ponen de
manifiesto los beneficios de la presencia divina. Fíjate de qué modo tan
distinto en cada uno de ellos. Isabel oye primero la voz, pero Juan lo primero
que siente es la gracia. Aquella percibió según el orden natural, éste se alegró con el misterio
sobrenatural. Aquella notó la llegada de
María; éste, la del Señor. Isabel y María hablan de la gracia; sus respectivos
hijos la producen en el interior de amabas: he aquí el misterioso y primer
efecto de una piedad filial que se anuncia por los beneficios que ambos
procuran a sus madres; un doble misterio hace que las dos profeticen bajo la
inspiración de sus respectivos hijos. Juan se sintió lleno de gozo; Isabel del
Espíritu Santo; esta plenitud no fue otorgada primeramente a la madre, sino al
hijo para que inmediatamente se la comunicara a ella.
“¿De
dónde a mí tanto bien que venga la Madre de mi Señor a visitarme?” Es decir:
¿por qué me llega esta felicidad, que venga la Madre de mi Señor a verme? Reconozco
que no tengo nada que esto exija. ¿Por qué justicia, por qué acciones, por qué
méritos? Yo presiento el milagro, reconozco
el misterio: la Madre del Señor está encinta del Verbo, llena de Dios. “Se
quedó María con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.” Se comprende bien
que Santa María, por un lado, prestara sus servicios y, por otro, lo hiciera
durante un número simbólico de meses.
Pues
no se quedó tanto tiempo sólo por ser pariente, sino también para provecho del
profeta. Pues, si sólo su entrada produjo un efecto tan grande que, con el saludo
de María, el niño saltó de gozo en el seno materno y su madre [Isabel] se llenó
del Espíritu Santo, ¿en cuánto valoraremos los efectos de la presencia de María
durante tanto tiempo? Así fue como recibió el Precursor la unción del Espíritu
Santo y se ejercitó desde el seno materno como un atleta esforzado. Así fue
como se preparó su vigor para los más rudos combates.