sábado, 2 de julio de 2016

LA MADRE DEL SEÑOR ESTÁ ENCINTA DEL VERBO, LLENA DE DIOS. San Ambrosio

Homilía de maitines
2 de julio
LA VISITACIÓN DE NUESTRA SEÑORA A SU PRIMA SANTA ISABEL
Forma Extraordinaria del Rito Romano

Homilía de san Ambrosio, obispo
Comentario sobre san Lucas, L. 2
Consideremos que el superior se dirige al inferior para serle útil: María a Isabel, Jesucristo a Juan. De un modo semejante, el Señor acudirá más tarde al bautismo de Juan para santificar este bautismo. Y, al punto de llegar María, se ponen de manifiesto los beneficios de la presencia divina. Fíjate de qué modo tan distinto en cada uno de ellos. Isabel oye primero la voz, pero Juan lo primero que siente es la gracia. Aquella percibió según el  orden natural, éste se alegró con el misterio sobrenatural.  Aquella notó la llegada de María; éste, la del Señor. Isabel y María hablan de la gracia; sus respectivos hijos la producen en el interior de amabas: he aquí el misterioso y primer efecto de una piedad filial que se anuncia por los beneficios que ambos procuran a sus madres; un doble misterio hace que las dos profeticen bajo la inspiración de sus respectivos hijos. Juan se sintió lleno de gozo; Isabel del Espíritu Santo; esta plenitud no fue otorgada primeramente a la madre, sino al hijo para que inmediatamente se la comunicara a ella.
“¿De dónde a mí tanto bien que venga la Madre de mi Señor a visitarme?” Es decir: ¿por qué me llega esta felicidad, que venga la Madre de mi Señor a verme? Reconozco que no tengo nada que esto exija. ¿Por qué justicia, por qué acciones, por qué méritos?  Yo presiento el milagro, reconozco el misterio: la Madre del Señor está encinta del Verbo, llena de Dios. “Se quedó María con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.” Se comprende bien que Santa María, por un lado, prestara sus servicios y, por otro, lo hiciera durante un número simbólico de meses.
Pues no se quedó tanto tiempo sólo por ser pariente, sino también para provecho del profeta. Pues, si sólo su entrada produjo un efecto tan grande que, con el saludo de María, el niño saltó de gozo en el seno materno y su madre [Isabel] se llenó del Espíritu Santo, ¿en cuánto valoraremos los efectos de la presencia de María durante tanto tiempo? Así fue como recibió el Precursor la unción del Espíritu Santo y se ejercitó desde el seno materno como un atleta esforzado. Así fue como se preparó su vigor para los más rudos combates.