DÍA OCTAVO
EXTRAVÍOS DE LA IMPUREZA
MES
en honor de
N. S. DE LAS MERCEDES
Padre Antonio Pastor Codesal, OP
ORACIONES PARA INICIAR
Y FINALIZAR CADA DÍA
Oración primera para todos los días
Por la señal…
ORACIÓN
Santísima Virgen María, el dulce y consolador título de Nuestra Señora de las Mercedes manifiestamente nos dice cómo es de compasivo vuestro Corazón y de poderoso vuestro auxilio. Pues echad sobre nosotros una mirada de compasión; ved nuestras almas con tantas cadenas de vicios y pecados; nuestra vida con tantas angustias y tribulaciones, sed Redentora de nuestras vidas y de nuestras almas, y; alcanzadnos la merced de vivir cristianamente, de morir santamente, de reinar gloriosamente en el cielo. Amén.
Se lee lo propio para cada día.
DÍA OCTAVO
MEDITACIÓN
EXTRAVÍOS DE LA IMPUREZA
Llora la madre los desvíos del hijo; la esposa los del marido; la Santa Madre Iglesia los de tantos fieles que en vez de glorificar y llevar a Cristo en sus cuerpos, como quiere San Pablo, llevan encarnado el espíritu de inmundicia, siendo tronos de Satanás los que debieran ser templos vivos del Espíritu Santo. Y nada es de extrañar si se atiende a los peligros en que, a sabiendas, se colocan muchos fieles que aman esta clase de peligros sobre todas las cosas.
¡Oh, que la diversión es necesaria, se dice, y si la cuerda del arco está siempre tensa pronto se romperá!
Pero, no son las diversiones honestas las que agradan, sino aquellas de que decía San Francisco de Sales: “estas impertinentes recreaciones, de ordinario, enflaquecen las fuerzas, enfrían la caridad y despiertan en el alma mil suertes de malas acciones”. (López Paláez, obra cii).
San Basilio Magno llora y exclama: “oh cristiano, profesas el símbolo de la fe, y danzas en los bailes. También los hijos de la gracia se juntan en los bailes con los demonios enemigos de las gracias” (Id. Ibid.). Y San Pedro Crisólogo advierte y dice: “el que quiera divertirse con el demonio, no espere gozar con Cristo”. (Id. Ibid.).
EJEMPLO
Entre los muchos favores que la América Hispana ha recibido de la Virgen de Las Mercedes cuéntase el famoso hecho de haber salvado a la ciudad de Quito de los efectos del Volcán Pichincha en el año 1575.
El 8 de septiembre de dicho año, el Volcán amaneció en terrible actividad, con extensa lluvia de fuego. Los habitantes de Quito acudieron al templo de La Merced a implorar misericordia de la Santísima Virgen María, sacando su imagen en procesión. El Volcán entró en calma, y todos lo atribuyeron a la intercesión de la Virgen de Las Mercedes, de tal manera que el ayuntamiento de la ciudad hizo voto solemne el 14 del mismo de acudir todos los años a la fiesta que se celebraría el 8 de septiembre.
El pueblo ecuatoriano en agradecimiento de ese y otros muchos favores ha coronado solemnemente la imagen de la Virgen de Las Mercedes el año 1918, celebrando a la vez, el VII centenario de su descenso a Barcelona. (Id. Ib. p. 146).
Oración final para todos los días
Santísima Virgen de las Mercedes, Madre queridísima y Reina soberana de mi corazón. Yo os consagro en este día todo mi ser y os pido mercedes para todas mis necesidades. Os consagro mi inteligencia para que Vos la iluminéis con la lumbre de fe viva; os consagro mi corazón para que Vos lo gobernéis con la dulce y segura fuerza de vuestro amor; mi cuerpo y mis sus sentidos para que para que Vos los guardéis de obras malas; os consagro mi vida, para Vos la conduzcáis por los caminos de Dios; que son los del cielo y la eterna dicha.
Y humildemente os pido mercedes para todas mis necesidades; la merced de vuestro poderoso auxilio contra los tres mortales enemigos del alma: mundo, demonio y carne; las pompas del mundo, las tentaciones del demonio, y las malas inclinaciones de la carne; y finalmente la perseverancia en la Divina Gracia para salvarme.
Quiero vivir y morir en la dulce y dichosa esclavitud de vuestro amor. No me abandonéis, oh mi amada Virgen de las Mercedes; guiadme en la vida, asistidme en la muerte y recibidme en la gloria. Amén.
Tres Avemarías para que la Virgen María, Redentora de cautivos, nos libre del cautiverio de los tres enemigos del alma: mundo, demonio y carne, y nos conceda la gracia que le pedimos.
Avemaría... (x 3)