DÍA DÉCIMO NONO
5º DÍA DE LA NOVENA
LA ENVIDIA ES MUERTE DE LA CARIDAD
MES
en honor de
N. S. DE LAS MERCEDES
Padre Antonio Pastor Codesal, OP
ORACIONES PARA INICIAR
Y FINALIZAR CADA DÍA
Oración primera para todos los días
Por la señal…
ORACIÓN
Santísima Virgen María, el dulce y consolador título de Nuestra Señora de las Mercedes manifiestamente nos dice cómo es de compasivo vuestro Corazón y de poderoso vuestro auxilio. Pues echad sobre nosotros una mirada de compasión; ved nuestras almas con tantas cadenas de vicios y pecados; nuestra vida con tantas angustias y tribulaciones, sed Redentora de nuestras vidas y de nuestras almas, y; alcanzadnos la merced de vivir cristianamente, de morir santamente, de reinar gloriosamente en el cielo. Amén.
Se lee lo propio para cada día.
DÍA DÉCIMO NONO
MEDITACIÓN
LA ENVIDIA ES MUERTE DE LA CARIDAD
Tristeza o pesar del bien ajeno es la envidia. Para formamos idea exacta de cuando la tristeza, o el pesar del bien ajeno, constituye envidia y pecado, oigamos al padre San Gregorio que dice: “puede suceder muchas veces que, sin perder la caridad, nos alegremos de la ruina del enemigo, y sin caer en envidia, nos de tristeza y pesar su gloria. Esto será cuando veamos que con la ruina del enemigo algunos justamente levantarán la cabeza, y con la prosperidad de él muchas serán injustamente oprimidos. (Apud S. Th. 2a 2a e 9 36 a 2).
Santo Tomás de Aquino precisa y dice: “envidia es tristeza o pesar del bien ajeno que, por exceder al nuestro, oscurece y disminuye nuestra gloria y nuestra excelencia” (S. Th. ibid).
La tristeza no se ha de tener sino de lo malo; y malo para él juzga el envidioso el bien ajeno, porque desea poseer, y triunfar y gozar sobre todos. De ahí la tarea destructora que se impone , pues para él no hay riqueza bien habida, ni honra ni mancha, ni triunfo legítimo, ni mérito sin discusión, ni alabanza que sea justa, ni gloria que deba ser perdurable.
Y él mismo vive en tormento, pues “la envidia abrasa el corazón, seca las carnes, fatiga el entendimiento, roba la paz de la conciencia, hace tristes los días de la vida, y destierra del alma todo contentamiento y toda alegría (V. P. Granada, Guía de pecadores Lib II c. VII).
EJEMPLO
En 1859 se murió el Cura de Ars, hoy San Juan Bta. Vianney. Al tomar posesión de la parroquia, Ars la encontró como tierra inculta, cubierta de abrojos y espinas. La gente fría, la juventud mundana. El Sr. Cura oraba, lloraba, predicaba. Empezó a rezar el Sto. Rosario todas las tardes en la iglesia. El primer día le acompañaron dos personas; poco a poco fue aumentando la concurrencia. De pronto se destacó un joven como modelo de piedad; le siguieron los otros. Por fin, el pueblo cambió completamente en su aspecto religioso, ya no parecía tierra inculta llena de abrojos y espinas, sino huerto cultivado en el cual se admiraban las flores y frutos de la santa fe católica (P. Álvares, Glorias del Rosario, p. 45).
Oración final para todos los días
Santísima Virgen de las Mercedes, Madre queridísima y Reina soberana de mi corazón. Yo os consagro en este día todo mi ser y os pido mercedes para todas mis necesidades. Os consagro mi inteligencia para que Vos la iluminéis con la lumbre de fe viva; os consagro mi corazón para que Vos lo gobernéis con la dulce y segura fuerza de vuestro amor; mi cuerpo y mis sus sentidos para que para que Vos los guardéis de obras malas; os consagro mi vida, para Vos la conduzcáis por los caminos de Dios; que son los del cielo y la eterna dicha.
Y humildemente os pido mercedes para todas mis necesidades; la merced de vuestro poderoso auxilio contra los tres mortales enemigos del alma: mundo, demonio y carne; las pompas del mundo, las tentaciones del demonio, y las malas inclinaciones de la carne; y finalmente la perseverancia en la Divina Gracia para salvarme.
Quiero vivir y morir en la dulce y dichosa esclavitud de vuestro amor. No me abandonéis, oh mi amada Virgen de las Mercedes; guiadme en la vida, asistidme en la muerte y recibidme en la gloria. Amén.
Tres Avemarías para que la Virgen María, Redentora de cautivos, nos libre del cautiverio de los tres enemigos del alma: mundo, demonio y carne, y nos conceda la gracia que le pedimos.
Avemaría... (x 3)