DÍA VIGÉSIMO QUINTO
EL BIEN DE LA CARIDAD
MES
en honor de
N. S. DE LAS MERCEDES
Padre Antonio Pastor Codesal, OP
ORACIONES PARA INICIAR
Y FINALIZAR CADA DÍA
Oración primera para todos los días
Por la señal…
ORACIÓN
Santísima Virgen María, el dulce y consolador título de Nuestra Señora de las Mercedes manifiestamente nos dice cómo es de compasivo vuestro Corazón y de poderoso vuestro auxilio. Pues echad sobre nosotros una mirada de compasión; ved nuestras almas con tantas cadenas de vicios y pecados; nuestra vida con tantas angustias y tribulaciones, sed Redentora de nuestras vidas y de nuestras almas, y; alcanzadnos la merced de vivir cristianamente, de morir santamente, de reinar gloriosamente en el cielo. Amén.
Se lee lo propio para cada día.
DÍA VIGÉSIMO QUINTO
MEDITACIÓN
EL BIEN DE LA CARIDAD
Nada hay áspero, ni difícil para el amor que todo lo sufre y todo lo soporta. Por amores humanos, que se apoyan en ilusiones más que en realidades, hacen los hombres cosas estupendas, y sufren trabajos que al sufrirlos por Dios, los convertirían en santos mártires. Amor y pereza no se armonizan. El que ama es diligente para servir a la persona amada. El que ama a Dios sirve a Dios, guarda sus mandamientos, practica el culto, y hace cuánto sabe que le agrada. Quien ama al prójimo le sirve y le hace el bien que puede, de manera especial en las cosas espirituales, esta es la ley del amor.
San Pablo dice: “la caridad es paciente, benigna, no envidiosa, no busca su bien, no se irrita, no piensa mal, no se alegra de lo malo, se goza con la verdad: todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. La caridad nunca muere” (I Cor. c. XIII, 4).
Para vencer la tentación de la pereza y moverte a practicar el bien, considera, alma cristiana, cuántos trabajos pasó Cristo por ti desde el principio hasta el fin de su vida; cómo pasaba las noches sin sueño, haciendo oración por ti; cómo se ocupaba siempre en las cosas que pertenecían a nuestra salud, y sobre todo esto, cómo en el tiempo de su pasión llevó sobre sus sacratísimos hombros, cansados de los muchos trabajos pasados, aquel grande y pesado madero de la Cruz. Pues si el Señor de la Majestad tanto trabajó por tu salud, cuánto será razón trabajes tú por la tuya?
EJEMPLO
El P. Alfonso de Zamora refiere que San Luís Beltrán, apóstol y taumaturgo dominico de las Américas, dio en Valencia a una señora principal un rosario que había llevado a América diciéndole: “tened en gran reverencia este rosario, porque en las Indias ha sanado enfermos, convertido pecadores y aún pienso que ha resucitado muertos”. A otra persona espiritual le dijo: “Dios me ha hecho esta merced, que con este rosario he resucitado muertos”. En la Bula de Canonización se dice que con el rosario salvó a un náufrago, llamado Santiago Rafael Francés, que por un día y dos noches estuvo nadando en el mar, y a quien el Santo esperó en la orilla con vestido y alimentos, porque sabía que allí iba a llegar.
Oración final para todos los días
Santísima Virgen de las Mercedes, Madre queridísima y Reina soberana de mi corazón. Yo os consagro en este día todo mi ser y os pido mercedes para todas mis necesidades. Os consagro mi inteligencia para que Vos la iluminéis con la lumbre de fe viva; os consagro mi corazón para que Vos lo gobernéis con la dulce y segura fuerza de vuestro amor; mi cuerpo y mis sus sentidos para que para que Vos los guardéis de obras malas; os consagro mi vida, para Vos la conduzcáis por los caminos de Dios; que son los del cielo y la eterna dicha.
Y humildemente os pido mercedes para todas mis necesidades; la merced de vuestro poderoso auxilio contra los tres mortales enemigos del alma: mundo, demonio y carne; las pompas del mundo, las tentaciones del demonio, y las malas inclinaciones de la carne; y finalmente la perseverancia en la Divina Gracia para salvarme.
Quiero vivir y morir en la dulce y dichosa esclavitud de vuestro amor. No me abandonéis, oh mi amada Virgen de las Mercedes; guiadme en la vida, asistidme en la muerte y recibidme en la gloria. Amén.
Tres Avemarías para que la Virgen María, Redentora de cautivos, nos libre del cautiverio de los tres enemigos del alma: mundo, demonio y carne, y nos conceda la gracia que le pedimos.
Avemaría... (x 3)