NOVENA
A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES
HOMENAJE AL PAPA BENEDICTO XVI
ORACIONES PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES Oración del Venerable Pío XII
Dóciles a la invitación de tu voz maternal, oh Virgen Inmaculada de Lourdes, acudimos a tus pies en la humilde gruta donde aparecisteis para indicar a los extraviados el camino de la oración y penitencia, dispensando a los que sufren las gracias y prodigios de tu soberana bondad.
Recibid, oh Reina compasiva, las alabanzas y súplicas que pueblos y naciones, unidos en la angustia y la amargura, elevan confiados a Ti.
¡Oh blanca visión del paraíso, aparta de los espíritus las tinieblas del error con la luz de la fe!
¡Oh mística rosa, socorre las almas abatidas, con el celeste perfume de la esperanza!
¡Oh fuente inagotable de aguas saludables, reanima los corazones endurecidos, con la ola de la divina caridad!
Haz que nosotros tus hijos, confortados por Ti en las penas, protegidos en los peligros, apoyados en las luchas, amemos y sirvamos a tu dulce Jesús, y merezcamos los goces eternos junto a Ti. Amén
CUARTO DÍA.
LA 7ª APARICIÓN
Con motivo de las apariciones, Bernardita era objeto de toda clase de burlas, persecuciones y ofensas, las cuales sufría con firmeza y profunda humildad. Las mismas autoridades amenazan con llevarla a la cárcel. Ante la sospecha de que las apariciones eran fruto de un trastorno mental, uno de los principales médicos de Lourdes se dedicó a observarla y examinarla, llegando a la conclusión: "Aquí hay un hecho extraordinario, totalmente desconocido a la ciencia y a la medicina."
El día 22 de febrero de 1858, la Virgen no se apareció. Todos se burlaban de Bernardita. Ella lloraba pensando que quizás había cometido alguna falta y que por eso la Virgen no se le había aparecido. Pero tenía la firme esperanza de volver a verla. Una de las cosas que más sorprendía a la gente era ver a una humilde y sencilla pastorcita, carente de adecuada educación, saludar con gracia y dignidad a la Virgen. Le preguntaron: "Dinos, ¿quién te ha enseñado a hacer esos saludos tan graciosos?". "Nadie, -contestó-. No sé cómo habré saludado. Trato de hacerlo como lo hace la Señora y ella me saluda de este modo cuando se marcha."
El 23 de febrero, séptima aparición, la Virgen formula una orden concreta. Ante un centenar de personas, la Virgen confía a Bernardita un secreto que solo a ella le concierne y que no puede revelar a nadie. También le enseñó una oración que le hacía repetir, pero que no quiso que la diera a conocer.
La Virgen le dijo: "Y ahora, hija mía, ve a decir a los sacerdotes que aquí, en este lugar, debe levantarse un Santuario, y que a él debe venirse en procesión".
Bernardita se dirigió inmediatamente hacia la Iglesia a darle el mensaje al Párroco. El sacerdote le preguntó el nombre de la Señora y que le pidiera de su parte que hiciese el milagro de hacer florecer el rosal silvestre sobre el que se aparecía.
Al contemplar a Bernardita yendo a la cita diaria con la Virgen, con las pruebas y dificultades que se interpusieron, incluso en medio de la tristeza por el día que la Virgen no se apareció; podemos recordar las palabras de Benedicto XVI: “Necesitamos un momento de silencio y recogimiento para entrar en la escuela de María, a fin de que nos enseñe cómo vivir de fe, cómo crecer en ella, cómo permanecer en contacto con el misterio de Dios en los acontecimientos ordinarios, diarios, de nuestra vida.
En el Cenáculo los Apóstoles no sabían lo que les esperaba. Atemorizados, estaban preocupados por su futuro. Seguían experimentado aún el asombro provocado por la muerte y resurrección de Jesús, y estaban angustiados por haberse quedado solos después de su ascensión al cielo. María, «la que había creído que se cumplirían las palabras del Señor», asidua con los Apóstoles en la oración, enseñaba la perseverancia en la fe. Con toda su actitud los convencía de que el Espíritu Santo, con su sabiduría, conocía bien el camino por el cual los estaba conduciendo y que, por tanto, podían poner su confianza en Dios, entregándose sin reservas a él, y entregándole también sus talentos, sus límites y su futuro.”
ORACIONES PARA TERMINAR TODOS LOS DÍAS
Pídase la gracia que se desea alcanzar por la intercesión de Nuestra Señora de Lourdes.
3 Avemarías
Consagración a la Virgen
de Santa Bernardita
Oh María, tú te convertiste en mi Madre en el colmo del dolor y de la prueba, por eso debo tener una gran y completa confianza en Ti.
Cuando esté sujeto a la prueba de las criaturas y expuesto a la tentación y a la desolación de mi alma, vendré a refugiarme en tu Corazón, mi buena Madre, y te suplicaré que no me dejes perecer, que me concedas la gracia de ser sumiso y confiado en la prueba, siguiendo tu ejemplo, de sufrir con amor.
Que, como tú, yo permanezca al pie de la Cruz y clavado en la Cruz, si tal es el beneplácito de tu amado Hijo.
¡Jamás podrá perecer un hijo devoto de María! Madre mía, ten piedad de mí; me entrego enteramente a Ti, para que Tú me entregues a tu amado Hijo, a quien quiero amar con todo mi corazón.
Madre mía, dame un corazón ardiente por Jesús.
Amén.
***
Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Santa Bernardita Souburius, ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios,
rogad por nosotros.
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.