CONFIANZA EN LA TENTACIÓN
Dom Gueranger
I DOMINGO DE CUARESMA
La oración, la abnegación en favor nuestro, el pensamiento de las justicias de su Padre sostenían a Jesús en sus desalientos; pero al finalizar la expiación de la cuarentena, la naturaleza humana estaba agotada. Entonces vino la tentación a darle el asalto, pero triunfa con tal sosiego y firmeza que nos deben servir de ejemplo. ¡Qué desvergonzada audacia de Satanás en el atrevimiento aquel de llegarse al Justo por excelencia! Y ¡qué paciencia la de Jesús! Se digna tolerar que el monstruo del abismo eche mano en él y le transporte por los aires de un lugar a otro. El alma cristiana está a menudo expuesta a crueles insultos de su enemigo, y hasta algunas veces estará tentada de quejarse a Dios de la humillación que sufre. Piense entonces en Jesús, el Santo de los Santos, entregado, si es lícito decirlo, a merced del espíritu del mal. No deja de ser por eso el Hijo de Dios, vencedor del infierno; y Satanás no ha sacado en limpio sino una vergonzosa derrota. De igual modo el alma cristiana, en ruda tentación, si aguanta con enérgico coraje, será objeto de las más tiernas complacencias de Dios, para vergüenza y castigo eterno de Satanás. Unámonos a los Ángeles leales que tras la retirada del príncipe de las tinieblas, se apresuraron a reparar las agotadas fuerzas del Redentor, ofreciéndole comida. ¡Qué tierna y finamente se conduelen de sus divinos trabajos! ¡Cómo reparan en sus adoraciones el ultraje horrible de que Satanás se hace reo contra el soberano Señor de todo lo creado! ¡Cómo se quedan pasmados de admiración de tamaña caridad de un Dios que en su amor al Hombre parece olvidarse de su augusta dignidad, para no pensar más que en las desgracias y necesidades de los hijos de Adán! Usurpando la Iglesia de nuevo las palabras de David, nos muestra al Señor amparando con delicada protección al leal rebaño y armándole contra toda embestida con el invencible escudo que nos brinda la fe.