miércoles, 16 de marzo de 2016

NO DESEABAN CONOCER LA VERDAD, SINO QUE PREPARABAN LAS CALUMNIAS CONTRA EL SALVADOR. San Agustín


Homilía de maitines

MIÉRCOLES DE LA I SEMANA DE PASIÓN
Forma Extraordinaria del Rito Romano

HOMILIA DE SAN AGUSTIN, OBISPO
Tratado 48 sobre San Juan, hacia el principio
La festividad de las Encenias era la de la dedicación del templo. Pues la palabra griega “caenon” significa nuevo. Cada vez que se dedica algo nuevo, se llama “encaenia”. El mismo uso ha consagrado este nombre. Y así, cuando uno viste una nueva túnica, se dice “encaeniat”. Los judíos celebraban solamente el día en que fue dedicado el templo. Esta fiesta se celebraba, cuando el Señor dijo las palabras que se han leído.
Era en tiempo de invierno, y se paseaba Jesús por el templo, en el pórtico de Salomón. Los judíos le rodearon, y le decían: “¿hasta cuándo has de traer suspensa nuestra alma? Si eres Cristo dínoslo claramente.” No deseaban conocer la verdad, sino que preparaban las calumnias contra el Salvador. Era en invierno y estaban fríos; la pereza les privaba de acercarse a aquel divino fuego. Si acercarse al fuego es creer, el que cree se acerca a él; mas el que niega la verdad, se aparta del mismo. El alma no se mueve con los pies, sino con los efectos.
Estaban fríos en relación a la caridad, pero ardían en el deseo de dañar. Mucho se habían alejado, y allí estaban. No se acercaban a él creyendo, pero a él les conducía el deseo de perseguirle. Pretendían que el Señor les dijese: Yo soy Cristo; y quizá no miraban a Cristo sino como hombre. Los profetas anunciaron a Cristo; más la divinidad de Cristo no la reconocen los herejes ni en los profetas ni en el mismo Evangelio. Y si los herejes no la reconocen, ¡cuánto menos los judíos, mientras tienen cegado su corazón!
Transcripto por gentileza de Dña. Ana María Galvez