Homilía de maitines
MARTES DE PASCUA
Forma Extraordinaria del
Rito Romano
HOMILIA DE SAN AMBROSIO, OBISPO
Libro 10 de los Comen. Sobre San Lucas, cap. 24, antes del fin
Cosa maravillosa es como una
naturaleza corpórea pasó a través de un cuerpo impenetrable; como una carne
visible entro de un modo invisible y siendo asequible al tacto, era difícil de
comprender. Asustados los discípulos, juzgaron en definitiva ver un espíritu.
Por eso el Señor para darnos una prueba de su resurrección les dijo: Tocadme y
ved que el espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. No
penetró, pues en el lugar cerrado e impenetrable por su naturaleza incorpórea,
sino por su naturaleza tal como la había transformado la resurrección. Porque
lo que se toca es cuerpo; cuerpo es lo que se palpa.
Resucitaremos, pues, con
nuestro cuerpo. Porque se siembra el cuerpo animal, y resucitara como cuerpo
espiritual: este, más sutil; aquel más grosero y material por sentir aun el
peso de la enfermedad terrestre. Y ¿Cómo podría dejar de ser cuerpo, aquel que tenía
las señales de las llagas y los vestigios de las cicatrices que el Señor les
dio a tocar? Con o cual no solo corrobora la fe, sino que prefirió llevar al
cielo las llagas que padeció por nosotros, y no quiso borrarlas, a fin de
presentarlas a Dios Padre como precio de nuestra libertad. A tal Hijo coloca el
Padre a su diestra abrazando en él el trofeo de nuestra salud; y coronando sus
cicatrices, nos manifestó que allí mismo coronará a sus mártires.
Y toda vez que de esto
tratamos, consideremos por que dice San Juan que los Apóstoles creyeron y se
alegraron, y San Lucas, que fueron reprendidos como incrédulos; porque se dice
allí que recibieron el Espíritu Santo, y aquí se les mando quedarse en la
ciudad hasta que fuesen revestidos de la virtud de lo alto. Me parece que
aquél, como apóstol, trato lo más grande y elevado; y éste las cosas más
relacionadas con los hechos humanos; éste se valió de amplificaciones
históricas, y aquél lo redujo a compendio; y como no se puede dudar de aquél
que da testimonio de lo que él mismo presencio, y su testimonio es verdadero,
ni tampoco de éste que mereció ser Evangelista, no se puede sospechar negligencia,
ni engaño. Por eso creo que ambos dicen
verdad sin que se discrepe ni por la variedad de opiniones ni por la
diversidad de personas. Porque si bien San Lucas primero dice que no creyeron;
si consideramos sus primeras palabras, hay discrepancia; si las siguientes, es
cierto que hay acuerdo.