viernes, 18 de marzo de 2016

EL ROSARIO DE HOY CON SAN CIRILO DE JERUSALÉN


Santo Rosario.
Por la señal... 
Monición inicial:  Meditamos el rosario de hoy con san Cirilo, obispo de Jerusalén y doctor de la Iglesia vivió en el siglo IV y sobresalió por la exposición ortodoxa de la fe, las Sagradas Escrituras y los misterios del cristianismo.  Sufrió muchas injurias por parte de los arrianos y fue expulsado con frecuencia de su sede episcopal. 
Señor mío Jesucristo... 
MISTERIOS DOLOROSOS
1. La Oración de Jesús en el Huerto
“«Y no nos dejes caer en la tentación (Mt 6,13), Señor». ¿Acaso el Señor nos  enseña a pedir que no seamos tentados en absoluto? ¿Y cómo es que en otro  lugar se dice: «Quien no ha pasado pruebas poco sabe» (Eclo 34,10) y  también: «Considerad como un gran gozo, hermanos míos, el estar rodeados por  toda clase de pruebas». Pero entrar en tentación, ¿acaso no significa hundirse en  ella? Pues la tentación es algo semejante a un torrente difícil de atravesar. Pero,  aquellos a quienes no se los traga la tentación, la atraviesan como hábiles  nadadores sin ser arrastrados por nada. Pero los que no son así, se hunden nada  más entrar. Así fue, por poner un ejemplo, Judas. Al entrar en la tentación de la  avaricia, no nadó sino que se hundió, y se ahogó en cuerpo y en espíritu. Pedro  entró en la tentación de la negación, pero, a pesar de haber entrado, no se  hundió, sino que, llorando intensamente, fue liberado de la tentación.
2. La flagelación de Jesús atado a la columna.
“Él, siendo Dios, soportó sufrir estas cosas de parte de los  hombres para que nosotros los hombres no nos avergonzásemos luego de sufrir  de los hombres cosas tales por su causa.”
3. La coronación de espinas
“Pero los soldados a su alrededor se burlan de él. El Señor es para ellos  objeto de escarnio y de él se hace mofa. «Me ven y menean su cabeza» (Sal  109,25). Se vislumbra el reino en imagen: se burlan, pero doblan su rodilla (Mt  27,29); unos soldados lo clavan a la cruz, pero antes le colocan un manto de  púrpura (27,28) y una corona sobre su cabeza. ¿De qué es, sino de espinas?  (27,29). Es proclamado rey de todo por los soldados. (…) Aquella corona era un misterio, pues era la destrucción de los pecados y la  absolución de la sentencia de condenación.
4. Nuestro Señor con la cruz a cuestas camino del Calvario
Que la cruz no sea para ti alegría sólo en tiempo de paz: ten la misma fe en época de persecución, que no ocurra que seas amigo de Jesús  en tiempo de paz y enemigo en tiempo de dificultades. Ahora recibes el perdón  de tus pecados y las gracias generosas del regalo espiritual del Rey. Cuando  estalle la guerra, combate esforzadamente por tu rey. Jesús, que nada había  pecado, ha sido crucificado por ti. ¿Y no te dejarás tú crucificar por aquel que por  ti fue clavado a la cruz? No eres tú quien da la gracia, pues primero la recibiste  tú. Lo que haces es devolverla pagando la deuda al que en el Gólgota fue crucificado por ti.”
5. La crucifixión y muerte del Señor
“¿Qué energía, oh ladrón, te iluminó? ¿Quién te enseñó a adorar al que había sido ultrajado y crucificado contigo? ¡Oh luz eterna, que ilumina a los que yacen en tinieblas (vid. Lc 1,79)! Oyó, desde luego, justamente: «Confia». No porque tus obras deban ser la base de tu confianza, sino porque ahí hay un rey dispuesto a agraciarte. Era una petición de algo muy lejano, pero la gracia llegó muy rápidamente: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23,43), puesto que hoy has oído mi voz y no has endurecido tu corazón.”