QUIEN
SINTIERE DESMAYO MIRANDO SUS CULPAS, ALCE SUS OJOS A JESUCRISTO, PUESTO EN LA
CRUZ.
San Juan de Ávila
1. […]
ninguno otro hay igual como el conocimiento de Jesucristo nuestro Señor,
especialmente pensando cómo padeció y murió por nosotros. Ésta es la nueva
alegre, predicada en la nueva Ley a todos los quebrantados de
corazón (cf. Is 61,1), y les es dada una medicina muy más eficaz para su
consuelo que sus llagas les pueden desconsolar. Este Señor crucificado es el
que alegra a los que el conocimiento de sus propios pecados entristece, y el
que absuelve a los que la Ley condena, y el que hace hijos de Dios a los que
eran esclavos del demonio. A éste deben procurar conocer y allegarse todos los
adeudados con espirituales deudas de pecados que han hecho, y que por ello
están en angustia y amargura de corazón cuando se miran, e irles ha bien, […].
2. […] así quien
sintiere desmayo mirando sus culpas, alce sus ojos a Jesucristo, puesto en la
cruz, y cobrará esfuerzo. […] Porque los misterios que Cristo obró en su
baptismo y pasión son bastantes para sosegar cualquier tempestad de desconfianza
que en el corazón se levante. Y así por esto, como porque ningún libro hay tan
eficaz para enseñar al hombre todo género de virtud, ni cuánto debe ser el
pecado aborrecido y la virtud amada, como la pasión del Hijo de Dios; y
también, porque es extremo de desagradecimiento poner en olvido un tan inmenso
beneficio de amor, como fue padecer Cristo por nos, conviene, después del
ejercicio de vuestro conocimiento, ocuparos en el conocimiento de Jesucristo
nuestro Señor. […]