SÁBADO DE LA IV SEMANA DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Evangelio según San Juan 8,12-20.
Jesús
les habló de nuevo diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no
camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida». Le dijeron los
fariseos: «Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero».
Jesús les contestó: «Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es
verdadero, porque sé de dónde he venido y adónde voy; en cambio, vosotros no
sabéis de dónde vengo ni adónde voy. Vosotros juzgáis según la carne; yo
no juzgo a nadie; y, si juzgo yo, mi juicio es legítimo, porque no estoy
yo solo, sino yo y el que me ha enviado, el Padre; y en vuestra ley está
escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo doy testimonio
de mí mismo, y además da testimonio de mí el que me ha enviado, el Padre».
Ellos le preguntaban: «¿Dónde está tu Padre?». Jesús contestó: «Ni me conocéis
a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre». Jesús
tuvo esta conversación junto al arca de las ofrendas, cuando enseñaba en el
templo. Y nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.