Homilía de maitines
LUNES SANTO: UNCIÓN EN BETANIA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
HOMILIA DE SAN AGUSTIN, OBISPO
Tratado 50 sobre San Juan, después del principio
A fin de que los hombres no creyeran que era una
ficción el haber resucitado a Lázaro, éste era uno de los que estaban sentados
a la mesa. Bebía, hablaba, comía; la verdad se mostraba y la infidelidad de los
judos era confundida. Así pues, Jesús estaba sentado a la mesa con Lázaro y los
demás. Marta, una de las hermanas de Lázaro, servía. Mas María, otra de las
hermanas de Lázaro, tomo una libra de perfumes de nardo y ungió los pies de Jesús,
y limpio sus pies con sus cabellos, y la casa se llenó del olor que despedía el
ungüento. Hemos oído el hecho; ahora indaguemos el misterio.
Toda alma que quiere ser fiel, debe con María ungir
los pies del Señor con ungüento precioso. Aquel ungüento significaba la
justicia; por eso pesaba una libra; era también un perfume de nardo puro y de
gran precio. El nombre “pisticus” dado a este perfume designa probablemente el
lugar de donde procedía, pero no sin motivo se menciona en el texto, ya que se
relaciona perfectamente con el misterio del que se trata. La palabra griega
“pistis” significa fe. ¿Buscas practicar la justicia? “El justo vive de la fe”.
Unge los pies de Jesús practicando el bien. Sigue las huellas del Señor. Con
tus cabellos limpia sus pies; si tienes bienes superfluos, dalos a los pobres y
habrás limpiado los pies de Jesús, ya que los cabellos designan lo superfluo
del cuerpo Con esto ya sabes que has de hacer de tus bienes superfluos. A ti
son superfluos, pero a los pies del Señor son necesarios. Quizá los pies del
Señor en la tierra están necesitados.
De quienes
sino de sus miembros en el juicio final ha de decir: “Lo que hicisteis a unos
de mis pequeñitos a mí me lo hicisteis?” Disteis lo que os era superfluo, pero
habéis obsequiado a mis pies. “La casa se llenó de olor”; el mundo se ha
llenado con la buena fama, ya que el buen olor es la buena fama. Los que viven
mal y se llaman cristianos, hacen injuria a Cristo; de ellos se ha dicho que
por ellos es blasfemado el nombre del Señor. Si por los tales es blasfemado el
nombre del Señor, por los buenos el nombre del Señor es alabado. Oye al
apóstol: “Somos el buen olor de Cristo, dice, en todas partes”