Santo Rosario.
Por la señal...
Monición
inicial: Tal día como hoy del año 1274, volaba al cielo el gran Santo Tomás de
Aquino, fraile dominico y doctor de la Iglesia, que, dotado de gran
inteligencia, con sus discursos y escritos comunicó a los demás una
extraordinaria sabiduría.
Son muchos los testimonios de amor y de devoción que Santo Tomás dirigía
a la Santísima Virgen. Rezando el Rosario nos unimos a su misma suplica,
pidiendo: Haz, oh Reina del cielo, que
junte en mi corazón el temor y el amor de tu Hijo dulcísimo, que le dé
continuas gracias por los grandes beneficios que me ha concedido no por mis
méritos, sino movido por su propia voluntad, y que haga pura y sincera
confesión y verdadera penitencia por mis pecados, hasta alcanzar perdón y
misericordia.
Señor mío Jesucristo...
MISTERIOS GOZOSOS
1.- La encarnación del Hijo de Dios en las entrañas
purísimas de la Virgen María.
“Es
claro que el Hijo de Dios no vino, asumiendo nuestra carne, por negocio de
poca monta, sino para una gran utilidad
nuestra; por lo cual efectuó cierto canje, o sea, que tomó un cuerpo con una
alma, y se dignó nacer de la Virgen, para hacernos el don de su divinidad; y
así, El se hizo hombre para que el hombre se hiciera Dios.”
2.-La Visitación de Nuestra Señora a su prima santa Isabel.
“Ninguna
prueba de la divina caridad es tan evidente como la de que Dios creador de
todas las cosas se haya hecho criatura, que nuestro Dios se haya hecho nuestro
hermano, que el Hijo de Dios se haya hecho hijo del hombre. "Tanto amó Dios al mundo que le dio a
su Hijo unigénito". Por lo tanto, por esta consideración el amor a
Dios debe reencenderse e inflamarse.”
3.-El nacimiento del Niño Dios en el portal de Belén
“Si
el Verbo de Dios es Hijo de Dios, y si todas las palabras de Dios son cierta
semejanza de ese Verbo, en primer lugar debemos oír con gusto las palabras de
Dios, pues la señal de que amamos a Dios es que con agrado escuchemos sus palabras.
En segundo lugar, debemos creer en las palabras de Dios, porque gracias a esto
habita en nosotros el Verbo de Dios, esto es, Cristo, que es el Verbo de Dios. En tercer lugar, es menester que
continuamente meditemos en el Verbo de Dios que habita en nosotros; porque
debemos no sólo creer sino también meditar; pues de otra manera lo primero no
nos aprovecha, y tal meditación sirve de mucho contra el pecado. En cuarto lugar, es menester que el hombre
comunique la palabra de Dios a los demás, advirtiendo, predicando e inflamando.
Por último, debemos llevar a la práctica la palabra de Dios. "Sed ejecutores de la palabra, y no tan sólo
sus oyentes, engañándoos a vosotros mismos".
4.-La purificación de Nuestra Señora y presentación del
Niño Jesús en el templo
"Por
el misterio de la Encarnación, somos llamados a guardar pura el alma. En
efecto, de tal manera ha sido ennoblecida y exaltada nuestra naturaleza por la
unión con Dios, que ha sido elevada a la
unidad con una divina persona. Por lo
cual, recordando su exaltación y meditando sobre ella, debe el hombre guardarse
de mancharse y de manchar su naturaleza con el pecado."
5.- El niño Jesús perdido y hallado en el templo
“Por
el misterio de la Encarnación, se nos inflama el deseo de alcanzar a Cristo. En
efecto, si algún rey fuese hermano de alguien y estuviese lejos de él, ese cuyo
hermano fuese el rey desearía llegar a él, y con él estar y permanecer. Por lo
cual, como Cristo es nuestro hermano, debemos desear estar con él y unirnos a
él. Este deseo crece en nosotros si meditamos sobre su encarnación.”