LA SALVACIÓN DE LAS ALMAS: FINALIDAD DE
LA IGLESIA
Reflexión
diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (nn. 87-104)
La doctrina social como
concepto tiene su origen en el pontificado de S.S. León XIII donde la situación
de injusticia social provocada por la revolución industrial pedía una
intervención específica y contundente por parte de la Iglesia. Pero sus temas
no son una novedad de los dos últimos siglos, sino que la Iglesia en su continua atención por el hombre a lo largo de su historia ha
manifestado de una u otra forma estas verdades, principios, juicios, y forma de
actuar del cristiano y del hombre en sociedad.
A partir de la Encíclica
Rerum Novarum de S.S. León XIII los diferentes Papas hasta nuestros días han
intervenido con documentos acerca de la cuestión social dando respuesta a los
desafíos y problemas que a cada época histórica y generación le eran propios.
Hagamos un repaso a la historia del siglo XX y comprobaremos como la Iglesia ha
tenido siempre una palabra para el hombre.
Desde la cuestión obrera
con los sistemas contrapuestos del comunismo-socialismo y el capitalismo a la
bonanza de los años veinte con la crisis del año 29 pasando por la trágica I
guerra mundial; el surgimiento de los sistemas totalitaristas, la II guerra
mundial y sus consecuencias desastrosas con la consiguiente crisis existencia,
política y la guerra fría así como la división del mundo en dos bloques. El
optimismo del progreso de los años 60 con el avance del ateísmo y la
descristianización de la sociedad… y
como no olvidar la distancia entre países ricos y pobres… Ante la economía de mercado tantas veces
deshumanizadora, se responderá con la espiritualidad del trabajo.
El Papa Juan
Pablo II publicará varias encíclicas sociales. En ellas “pone en evidencia cómo
la enseñanza social de la Iglesia avanza sobre el eje de la reciprocidad entre
Dios y el hombre: reconocer a Dios en cada hombre y cada hombre en Dios es la condición
de un auténtico desarrollo humano.”
En la elaboración y la enseñanza de la doctrina social, la Iglesia ha
perseguido y persigue no unos fines teóricos, sino pastorales: la salvación de
las almas.