LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Le
llegó a Isabel el tiempo de su alumbramiento, y dio a luz un hijo. Supieron sus
vecinos y parientes que Dios había usado con ella de gran misericordia y se
congratulaban con ella. El día octavo vinieron a circuncidar al niño, y le
llamaban con el nombre de su padre, Zacarías. Mas intervino su madre y dijo:
No, sino que ha de llamarse Juan. Dijéronle: Nadie hay en tu familia que tenga
ese nombre. Preguntaban por señas al padre del niño, cómo quería que se
llamase. Y él, pidiendo la tablilla, escribió así: Juan es su nombre. Y todos
se llenaron de admiración. Al instante se abrió su boca y su lengua se soltó y
hablaba bendiciendo a Dios. Y se espantaron todos los que vivían en la
vecindad, y en toda la montaña de Judea se divulgaban todas estas cosas. Y
cuantos las oían, las guardaban en su corazón y se decían: ¿Qué será,
pues, este niño? Porque, a la verdad, la mano del Señor
estaba con él. Zacarías, su padre, quedó lleno del Espíritu Santo, y profetizó
diciendo: Bendito sea el Señor Dios de Israel, porque ha visitado y rescatado a
su pueblo.
Lc 1, 57 – 68