Santo Rosario.
Por la señal...
Monición
inicial: Se hace hoy memoria de la beata María Cándida de la Eucaristía Barba,
virgen de la Orden de las Carmelitas Descalzas, que, dando prueba de profunda
observancia de la vida consagrada y de la regla, se dedicó activamente a la
construcción de nuevos monasterios. (1884-1949). Con algunos de sus coloquios
con Jesús Eucaristía meditamos el rosario de hoy.
Señor mío
Jesucristo...
MISTERIOS DOLOROSOS
1. La Oración
de Jesús en el Huerto
“Oh
mi Dilecto en Sacramento, cuánto desgarro, cuánta agonía experimento al pensar,
a la ver las ofensas que se te hacen en este augustísimo Sacramento. ¡Quería
hacerte escudo con toda mí misma, quería recibir todo yo! ¡Oh Padre celestial,
pensad Vos en este vuestro Unigénito hecho Pan para los hombres, Oh dulce
Jesús, poseedor de las miradas por amor mío, Oh santos Ángeles de los
Tabernáculos, custodiad tanto tesoro para nuestros corazones y no dejad que se
acercaren los profanadores, las almas manchadas!”
2. La
flagelación de Jesús atado a la columna.
“Si
delante a las rebeliones del “yo”, de la naturaleza, si al despuntar de tantas
miserias que parecen destruidas, nosotros podemos elevarnos a ti y aplasta cada
pasión ¿no es, Oh Señor, por virtud de tu Carne divina, que fue nuestro alimento
y que vino a custodiarnos para la vida eterna? Señor Jesús, nosotros todo debemos
a ti, y si un deber penoso, una obediencia abrumadora, una humillación
inesperada son por nosotros abrazadas y queridas también con pasión, ¿no es, Oh
Jesús, porque estrechándote en el corazón por la mañana, después de la Santísima
Comunión, o visitándote, nosotros te hayamos dicho: “ayúdanos”? ¡Ayúdame, Oh
Jesús: para ti, sí, todo lo que quieras! ¡Para ti es poco, siempre: yo puedo
todo contigo! Y cada dificultad, cada pena, rápido, o después de otro poco de
prueba, se es suavizada, se ha vuelto dulce.”
3. La
coronación de espinas
“De
espinas debo rodearme y clavarme con el tercero sagrado clavo, si quiero que la
pureza resplandezca en mi: y ¿qué cosa es una virgen si no es mortificada, si no
ama morir a sí misma en todo, si no está lista al sacrificio y a inmolarse, si
no ama sinceramente ser segregada, y no se ciñe con aquella modestia completa,
que es su más bello ornamento? ¿Qué cosa es aquella virgen que es todavía
soberbia y susceptible, que no exhala de su corazón y de sus labios el perfume
de la caridad? ¡Oh mi Dios, esta angélica virtud para tener su esplendor quiere
justamente consigo todas las virtudes! Y yo, Señor, que no tengo ninguna:
¡Misericordia infinita, que tanta hambre y sed me das de justicia, dígnate de
saciarme!”
4. Nuestro
Señor con la cruz a cuestas camino del Calvario
“Quiero
vivir crucificada contigo y si mil veces volviese a vivir, mil veces querría
subir dichosa a la Cruz para dejarme clavar contigo! ¡Todas las falsas alegrías
de la tierra y de su falaz y penosa libertad, todas sus riquezas y todos sus
tronos, no valen nada en comparación con una sola gota dulcísima de la santa
pobreza religiosa! Es más, ¡no solo no valen, sino que son espinas y lodo!.”
5. La
crucifixión y muerte del Señor
“Quisiera
ser como María, ser María para Jesús, ocupar el puesto de su madre. En mis
Comuniones, a María la tengo siempre presente. De sus manos quiero recibir a
Jesús, ella debe hacerme una sola cosa con Él. Yo no puedo separar a María de
Jesús. ¡Salve! ¡Oh Cuerpo nacido de María! ¡Salve María, aurora de la
Eucaristía!”