4 de abril
(traslada)
LA ANUNCIACIÓN
DEL SEÑOR
Forma
Extraordinaria del Rito Romano
Estando ya Isabel en su sexto mes, envió
Dios al ángel Gabriel a Nazaret, ciudad de Galilea, a una virgen
desposada con cierto varón de la casa de David, llamado José; y el nombre de la
virgen era María. Y habiendo entrado el ángel a donde ella estaba, le
dijo: Dios te salve, ¡oh llena de gracia!, el Señor es contigo; bendita tú eres
entre todas las mujeres. Al oír tales palabras la Virgen se turbó, y se
puso a considerar qué significaría tal saludo. Mas el ángel le dijo: ¡Oh
María!, no temas, porque has hallado gracia en los ojos de Dios. Sábete
que has de concebir en tu seno, y tendrás un hijo, a quien pondrás por nombre
Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo, al cual el
Señor Dios dará el trono de su padre David, y reinará en la casa de Jacob
eternamente, y su reino no tendrá fin. Pero María dijo al ángel: ¿Cómo será
eso, pues yo no conozco varón alguno? El ángel en respuesta le dijo: El
Espíritu Santo descenderá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su
sombra, por esta causa el fruto santo que de ti nacerá será llamado Hijo de
Dios. Y ahí tienes a tu parienta Isabel, que en su vejez ha concebido
también un hijo; y la que se llamaba estéril, hoy cuenta ya el sexto mes;
porque para Dios nada es imposible. Entonces dijo María: He aquí la esclava del
Señor, hágase en mí según tu palabra. Y en seguida el ángel desapareciendo se
retiró de su presencia.
Lucas
1,26-38