EL PRIMADO DE CADA SER HUMANO
Reflexión diaria del
Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 132-134)
Una sociedad se realiza plenamente
cuando se RESPETA la dignidad trascendente de la persona
humana, pues la sociedad está al servicio del
hombre, y no al revés. Respetar la
dignidad humana es considerar al prójimo como otro yo, cuidando en primer lugar
de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente.
“En
ningún caso la persona humana puede ser instrumentalizada para fines ajenos a
su mismo desarrollo, que puede realizar plena y
definitivamente sólo en Dios y en su proyecto salvífico: el hombre, en
efecto, en su interioridad, trasciende el universo y es la única criatura que
Dios ha amado por sí misma. Por esta razón, ni su vida, ni el desarrollo
de su pensamiento, ni sus bienes, ni cuantos comparten sus vicisitudes
personales y familiares pueden ser sometidos a injustas restricciones en el
ejercicio de sus derechos y de su libertad.”
“La persona no puede estar supeditada a proyectos
de carácter económico, social o político,
impuestos por autoridad alguna, ni siquiera en nombre del presunto progreso de
la comunidad civil.” Y esto es muy vulnerado en nuestros días, donde a través
de diferentes medios se quiere MANIPULAR al hombre convirtiéndolo en un “medio”
para que algunos consigan sus fines. Ante esta manipulación hemos de vivir en “prevención”,
informándonos y formándonos correctamente, obrando libremente y siendo
reflexivos, no dejándonos llevar por impulsos ni por presiones externas.
Importante precisar que “los auténticos
cambios sociales son efectivos y duraderos solo si están fundados sobre un
cambio decidido de la conducta personal”: lo que nosotros llamamos conversión.
La vida conforme a la moral natural y revelada a la luz de los mandamientos de
Dios proclama la dignidad de la persona humana.
Cada uno somos responsables de tener un comportamiento digno y el estado
ha de cuidar y vigilar las costumbres para que el ambiente social facilite el buen
comportamiento de los ciudadanos.