Santo Rosario.
Por la señal...
Monición
inicial: Se hace hoy memoria de San Damián de Veuster, también llamado de Molokay,
presbítero de la Congregación de Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús
y de María, quien, entregado a la asistencia de los leprosos en la isla de Molokay
(Oceanía), terminó él mismo contagiado de esta enfermedad. Murió en el año
1889. Tenía la costumbre de rezar
el rosario en el cementerio, junto a la iglesia y decía: “Encuentro mis
delicias rezando allí mi rosario y meditando sobre la felicidad eterna, de la
que ya gozan gran número de ellos, sobre la desgracia eterna de algunos que no
han querido obedecerme, y sobre el sufrimiento del Purgatorio…”
Señor
mío Jesucristo...
MISTERIOS DOLOROSOS
1.
La Oración de Jesús en el Huerto
“Yo
estaré con vosotros hasta el fin de los siglos". Estas palabras de nuestro
Divino Salvador, son para nosotros muy consoladoras. Jesucristo está de una
manera particular con los misioneros. Es Él quien dirige todos sus pasos, quien
los preserva de todo peligro; es Él quien manda al viento calmarse, al mar
serenarse, a las fieras huir, a los enemigos del alma, el demonio, el mundo y
la carne, dejarnos en paz. Es Él quien en medio de las tribulaciones, penas y
contradicciones, nos hará gozar de un reposo. El hombre, que nunca ha hecho la
experiencia de ello, no puede hacerse una idea de las gracias destinadas al
misionero. Son tan grandes que las mayores dificultades y apuros no le turban
más.”
2.
La flagelación de Jesús atado a la columna.
“La
presencia del Señor se siente, pues, ya en medio de nosotros, lanzados en medio
de un mar agitado; no solamente no sentimos miedo, como a menudo sucede a los
navegantes, sino que sentimos una alegría inconcebible.”
3.
La coronación de espinas
“El
haber comenzado no es nada, perseverar es lo difícil. Es únicamente de la
gracia de Dios de la que debo esperar esta perseverancia. Esta gracia no me
faltará, estoy seguro, siempre que yo no me oponga. Rece y haga rezar por mí.
Yo, por mi parte, haré todo lo que dependa de mí.”
4.
Nuestro Señor con la cruz a cuestas camino del Calvario
“No
tengáis la menor inquietud sobre nuestra suerte. Estamos en las manos de Dios,
de Dios todopoderoso, que nos ha tomado bajo su protección. Mirad, lo que os
pido es que recéis a menudo para que nos dé una feliz travesía y el valor de
cumplir en todo, por doquier y siempre, su santa voluntad; en ello está toda
nuestra vida... Es esta voluntad la que se nos muestra en el Evangelio como el
camino, estrecho pero dulce, que conduce al cielo...”
5.
La crucifixión y muerte del Señor
“La esperanza de encontrar muy pronto en la gloria a tantos fieles
amigos que nos han marcado el camino, y también a todos y a toda la familia de
la que yo he hecho un sacrificio al Señor, me anima en mis abatimientos, me da
fuerza en mis trabajos y me hace suspirar a cada instante por el momento en el
que mi alma, separada del cuerpo, podrá ir a reunirse con los coros de los
Santos, para allá cantar, junto con ellos y con todos vosotros, los cánticos
celestes que durante toda la eternidad no cesarán jamás.”