lunes, 25 de abril de 2016

EL HOMBRE: ABIERTO A LA TRASCENDENCIA Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 130)



EL HOMBRE: ABIERTO A LA TRASCENDENCIA
Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 130)
El hombre está abierto al infinito y a todos los seres creados. Está abierto sobre todo al infinito, es decir a Dios, porque con su inteligencia -que busca insaciable la Verdad- y su voluntad -que desea insaciable el Bien- se eleva por encima de todo lo creado y de sí mismo, se hace independiente de las criaturas, es libre frente a todas las cosas creadas y se dirige hacia la verdad y el bien absolutos que haya sólo en Dios. Es cierto que esta trascendencia en la mayoría de las personas  se ve aminorada por la “preocupación” de la vida presente, pero incluso sus búsquedas diarias y sus decisiones son reflejo de esta apertura.
Está abierto también hacia los otros, a los demás hombres y al mundo, porque sólo en cuanto se comprende en referencia a un tú puede decir yo. Sale de sí, de la conservación egoísta de la propia vida, para entrar en una relación de diálogo y de comunión con el otro.

Cuando el hombre se deja dominar por sus pasiones y egoísmo, lógicamente se cierra a Dios y a los demás, y en este aislamiento de “deshumaniza”. Esta apertura a Dios y al prójimo ha de caracterizar nuestra vida de fe y hemos de pedir la gracia de vernos libres de esas puertas que a veces nos creamos y que en definitiva no nos benefician.