martes, 26 de abril de 2016

EL HOMBRE: ÚNICO E IRREPETIBLE Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 131)


EL HOMBRE: ÚNICO E IRREPETIBLE
Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 131)
 El hombre existe como ser único e irrepetible, existe como un « yo », capaz de autocomprenderse –por su propia inteligencia-, autoposeerse –por su conciencia- y autodeterminarse –por su propia voluntad. 
Pero no son la inteligencia, la conciencia y la libertad las que definen a la persona, sino que es la persona quien está en la base de los actos de inteligencia, de conciencia y de libertad. Estos actos pueden faltar, sin que por ello el hombre deje de ser persona. Y esto es importante ante las concepciones utilitaristas. Incluso cuando una persona ha perdido estas facultades o por lo menos no son manifiestas, sigue siendo persona y no ha perdido su dignidad y su vida sigue siendo sagrada.
La persona humana debe ser comprendida siempre en su irrepetible e insuprimible singularidad. Dios no ha creado a cada uno distinto a los demás  y cada uno de nosotros es único en nuestra propia historia… no somos números, ni repeticiones ni clones… Ninguno es igual al otro y Dios quiere una relación personal y propia con cada uno de nosotros.
Esta verdad ha de llevarnos al respeto sacral a toda vida humana, a cada persona en particular. Ha de nacer en nosotros también el agradecimiento a Dios porque él –omniponte- ha pensado en mí, me a mí, y quiere ser amigo mío.