LA
VISITA ESPIRITUAL A LA VIRGEN.
San Juan Pablo II
Al pueblo cristiano le gusta invocar a la Virgen con
el título de "Stella Matutina", "Estrella de la Mañana",
porque María apareció en la historia humana precediendo y anunciando la
salvación en Cristo.
Con una invocación parecida, la de "Stella
Orientis", suelen dirigirse los fieles a la Señora en el famoso santuario
de Montserrat, en las montañas de Cataluña, no lejos de la ciudad de Barcelona.
Allí, ante la Virgen, tuve la alegría de rezar el 7 de noviembre de hace seis
años, durante mi viaje apostólico a España.
Las primeras noticias que se tienen sobre la
existencia en aquel lugar de una capillita dedicada a la Virgen se remontan al
siglo IX: a la imagen de la Virgen, que se venera allí, se le llama
popularmente la "Moreneta" debido a su color oscuro, característico
de la iconografía Mariana del siglo XII, a la que se atribuye ese icono.
El santuario recibió un gran impulso cuando el anexo
monasterio fue elevado a la categoría de abadía. Durante siglos, la abadía ha
sido y continúa siendo un centro eminente de evangelización, de renovación
litúrgica, de estudio de la Sagrada Escritura y, sobre todo, un faro para la fe
del Pueblo de Dios que busca refugio y protección en la Virgen.
Pero el acontecimiento decisivo que dio al santuario
su actual relieve fue la proclamación de la Virgen de Montserrat, por el Papa
León XIII, como Patrona de Cataluña.
Entre los cristianos de aquella región existe la
costumbre de la "visita espiritual" a la Virgen de Montserrat;
consiste en dirigir el pensamiento, durante las actividades de la jornada, al
santuario de la Virgen recogiéndose espiritualmente en breve oración. Quisiera
invitaros a todos vosotros a que os unáis a mí en este momento, para realizar
una visita espiritual así a la "Mare de Déu", y, en la lengua de
aquella región, rezar la oración confiada "Seu de la saviesa...
aconseguiu-nos aquella fe que enfonsa les muntanyes, omple les valls, i fa
planer el camí de la vida". “Sede de la sabiduría, aquella fe que hunde
las montañas, llena los valles y hace
expedito el camino de la vida.”
Pidamos a la "Moreneta" la fortaleza de la
fe, la honestidad en la vida pública y privada, la fraternidad de los
corazones, la unidad entre los pueblos, la paz y el bien de todos los hombres
de buena voluntad. ¡Que los fieles y las familias cristianas vuelvan a
invocarla con asiduidad y fervor, especialmente mediante la bella oración del
rosario! María obtendrá del Señor la gracia de una nueva primavera para la
Iglesia en el ya próximo amanecer del tercer milenio de la era cristiana.
6
de noviembre de 1988