Santo Rosario.
Por la señal...
Monición inicial: Celebramos hoy a San Anselmo,
obispo y doctor de la Iglesia, que, nacido en Aosta, fue monje y abad del
monasterio de Bec, en Normandía, enseñando a los hermanos a caminar por la vía
de la perfección y a buscar a Dios por la comprensión de la fe. Promovido a la
insigne sede de Canterbury, en Inglaterra, trabajó denodadamente por la
libertad de la Iglesia, sufriendo por ello dificultades y destierros (1109).
Señor
mío Jesucristo...
MISTERIOS LUMINOSOS
1.-El Bautismo del Señor en el Jordán
“Reconozco,
Señor, y te doy gracias, que has creado en mí esta imagen para que me acuerde
de ti, para que piense en ti, para que te ame. Pero esta imagen se halla tan
deteriorada por la acción de los vicios, tan oscurecida por el vapor del
pecado, que no puede alcanzar el fin que se le había señalado desde un
principio si no te preocupas de renovarla y reformarla. No intento, Señor,
penetrar tu profundidad, porque de ninguna manera puedo comparar con ella mi
inteligencia; pero deseo comprender tu verdad, aunque sea imperfectamente, esa
verdad que mi corazón cree y ama. Porque no busco comprender para creer, sino
que creo para llegar a comprender. Creo, en efecto, porque, si no creyere, no
llegaría a comprender..”
2.-El Milagro de las Bodas de Cana
“Dios
entregó a María su propio Hijo, el único igual él, a quien engendra de su
corazón como amándose a sí mismo. Valiéndose de María, se hizo Dios un Hijo, no
distinto, sino el mismo, para que realmente fuese uno y mismo el Hijo de Dios y
de María. Todo lo que nace criatura de Dios, y Dios nace de María. Dios creó
todas las cosas, y María engendró a Dios. Dios, que hizo todas las cosas, se
hizo a sí mismo mediante María; y, de este modo, volvió a hacer todo lo que
había hecho. El que pudo hacer todas las cosas de la nada no quiso rehacer sin
María lo que había sido manchado.”
3.- El anuncio del Reino invitando a la
conversión.
“Allí
donde están los verdaderos goces celestiales, allí deben estar siempre los
deseos de nuestro corazón.”
4.-La Transfiguración del Señor
“¡Oh
hombre, lleno de miseria y debilidad!, sal un momento de tus ocupaciones
habituales; ensimísmate un instante en ti mismo, lejos del tumulto de tus
pensamientos; arroja lejos de ti las preocupaciones agobiadoras, aparta de ti
tus trabajosas inquietudes. Busca, a Dios un momento, sí, descansa siquiera un
momento en su seno. Entra en el santuario de tu alma, apártate de todo, excepto
de Dios y lo que puede ayudarte a alcanzarle; búscale en el silencio de tu
soledad. ¡Oh corazón mío!, di con todas tus fuerzas, di a Dios: Busco tu rostro,
busco tu rostro, ¡oh Señor!.”
5.- La institución de la Eucaristía
“Yo
te suplico, ¡oh Dios!, que te conozca y te ame, a fin de que encuentre en ti
toda mi alegría”.”