II DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA
Comentarios al Evangelio
de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Jn 2, 01-04
Y de allí a tres días se celebraron unas bodas en Caná de Galilea: y estaba allí también la madre de Jesús. Fue también convidado Jesús y sus discípulos a las bodas. Y llegando a faltar vino, la madre de Jesús le dice: "No tienen vino". Y Jesús le dijo: "Mujer, ¿qué nos da a mí ni a ti? Aún no es llegada mi hora". (vv. 1-4)
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 20
Como el Señor era conocido en Galilea, lo invitaron a unas bodas. Por esto sigue: "De allí a tres días se celebraron unas bodas en Caná de Galilea".
Alcuino
Caná es un pueblecito de la provincia de Galilea.
Crisóstomo, ut sup
Llaman al Señor a las bodas, no como persona distinguida, sino como uno de muchos, y sencillamente porque era conocido. Para expresar esto, el Evangelista dice: "Y estaba la madre de Jesús allí". Y así como habían llamado a la Madre, llamaron también al Hijo. Por esto sigue: "Y fue también convidado Jesús y sus discípulos a las bodas, y acudió". Esto no afectaba a su dignidad, sino que sucedía en beneficio nuestro; porque Aquél que no desdeñó de tomar la forma de siervo, tampoco desdeñó el venir a las bodas de sus siervos.
San Agustín, De verb. Dom., serm. 41
Avergüéncese, por tanto, el hombre, de ser soberbio, porque Dios se humilló. Considera aquí cómo entre otras cosas el Hijo de la Virgen vino a las bodas, siendo así que cuando estaba con el Padre instituyó el matrimonio 1.
Beda, hom dom. 1 post. Epiph
Se dignó el Señor venir a las bodas (según está escrito), para confirmar la fe de los que creen bien. Además manifiesta cuán perjudicial sea la malicia de Taciano y Marción 2, y de otros que condenan el matrimonio. Si hubiese culpa en el matrimonio, celebrado con la debida castidad, y sombra de pecado en la santidad del lecho nupcial, de ninguna manera hubiese concurrido el Señor a las bodas; ahora bien, así como es buena la castidad conyugal, mejor es la continencia de los viudos, y óptima la perfección virginal. Se dignó nacer de las entrañas inmaculadas de la Virgen María, para demostrar la excelencia relativa de todos los grados, y distinguir el mérito de cada uno; fue bendecido a poco de nacer, por la palabra profética de la viuda Ana; fue convidado cuando ya era joven por los que celebraban sus bodas, y honró éstas con la presencia de su santidad.
San Agustín, in Ioannem, tract. 8
¿Qué de extraño tiene que fuera a aquella casa donde se celebraban las bodas, Aquél que vino al mundo a celebrar las suyas? Porque tiene aquí a su Esposa, a quien redimió con su sangre, a quien concedió como obsequio el Espíritu Santo, y a la que se unió desde el vientre de la Virgen; porque en realidad el Verbo es el Esposo, y la carne humana es la Esposa. Y así el Hijo de Dios es las dos cosas, y a la vez el Hijo del hombre. Aquellas entrañas de la Virgen María son su lecho, de donde salió como sale el esposo de su lecho ( Sal 18,6).
Beda
No carece de misterio, cuando se dice que las bodas se celebraron en el tercer día. Aparece el primer tiempo del mundo, antes de la Ley, por el ejemplo de los Patriarcas. El segundo, bajo el dominio de la Ley, por medio de los escritos de los profetas. Y el tercer tiempo de la gracia brilló (como la luz del tercer día) por las predicaciones de los evangelistas, y en el cual fue cuando el Señor apareció vestido de nuestra carne. Además, como se dice que estas bodas se celebraron en Caná de Galilea (esto es, en el celo de la trasmigración) 3, se demuestra en sentido figurado que son muy dignos de la gracia de Jesucristo aquéllos que, distinguiéndose por el fervor de su piedad, pasan de los vicios a las virtudes, y saben que emigran de las cosas de la tierra a las del cielo. Estando ya recostado el Señor 4 en las bodas, faltó el vino, con el objeto de que se manifestase la gloria de Dios, oculta bajo la forma humana, por medio del vino de mejor condición. Por esto sigue: "Y llegando a faltar el vino, la Madre de Jesús le dice: No tienen vino".
Crisóstomo, ut sup
Es digno de notarse cómo vino a la imaginación de la Madre haber concebido un concepto tan elevado de su Hijo, siendo así que hasta entonces ningún milagro había hecho. Prosigue: "Esto sirvió de principio a los milagros de Jesucristo, etc." Pero ya había empezado a revelarse tal como era por medio de San Juan, y por las palabras que decía a sus discípulos. Además, antes de todo esto, su concepción y cuanto siguió a su nacimiento habían hecho concebir grande estimación respecto de aquel Niño. Por esto dice San Lucas: "María conservaba todas estas palabras, examinándolas en su corazón" ( Lc 2,19). Esta es la causa por la cual ya antes no le había incitado a que hiciese milagro alguno, mas ya había llegado el tiempo de su manifestación, y hasta entonces había hablado como uno de muchos, por lo que no presumía su madre deberle decir tal cosa. Y como oyó que Juan daba testimonio de El, y como ya tenía discípulos, ruega con confianza al Señor respecto de esto mismo.
Alcuino
Representa también en este caso a la sinagoga, que invita al Salvador a que haga milagros; porque era costumbre entre los judíos el pedir milagros.
Prosigue: Y Jesús le dijo: "Mujer, ¿qué hay de común entre tú y yo?"
San Agustín, in Ioannem, tract. 8, sparsim
Algunos, contrariando el Evangelio, y diciendo que Jesús no nació de la Virgen María, se esfuerzan en sacar de aquí un argumento para confirmar un error, y dicen: ¿Cómo puede creerse que era su madre, aquélla a quien dijo: "Mujer, ¿qué hay de común entre tú y yo?" Pero ¿quién refiere, para que le demos crédito, que el Señor dijo esas palabras? Pues el mismo Evangelista San Juan, que poco antes había dicho: "Y estaba allí la madre de Jesús". ¿Y por qué esto, sino porque una y otra cosa son verdad? ¿O es que Jesús vino a las bodas para enseñar a despreciar a las madres?
Crisóstomo
Pero que respetaba mucho a su madre, lo refiere San Lucas cuando manifiesta que Jesús vivía sometido a sus padres; porque cuando los padres no prohiben lo que agrada a Dios, hay obligación de obedecerles. Mas cuando fuera del tiempo oportuno pretenden algo, o tratan de separarnos de las cosas espirituales, no es seguro el obedecerles.
San Agustín, De Symbolo, 2, 4
Para distinguir entre Dios y el hombre (porque en cuanto a hombre, era menor y estaba sujeto, y en cuanto a Dios, estaba por encima de todos), dijo: "Mujer, ¿qué hay de común entre tú y yo?"
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 20 et 21
Y además por otra causa; para que no se hiciesen sospechosos sus milagros -pues no convenía que los pidiese su Madre, sino aquéllos que los necesitaban-, quiso mostrar que todo debía ser hecho en tiempo oportuno, no haciéndolos todos a la vez, porque resultaría cierta confusión. Por lo cual sigue: "Aun no es llegada la hora", esto es, todavía no soy conocido por los que están aquí presentes, ni saben que falta vino; deja, pues, que lo sepan primero. Porque el que no tiene necesidad no agradece el beneficio.
San Agustín, ut sup
Procurad, no obstante, no incurrir en el error de los maniqueos 5, que buscaban motivo a sus pérfidos designios en las mismas palabras del Señor, que dice: "¿Qué hay de común entre nosotros dos, mujer?" Y aquí los matemáticos 6 hallan pretexto para sus sofismas, cuando Cristo dijo: "Aun no es llegada mi hora". Ved aquí, dicen, que Cristo estaba sujeto a la fatalidad, cuando dice: "No ha llegado mi hora". Pero deben más bien creer a Dios, que también dice: "Tengo poder para deponer mi alma, y volver a tomarla de nuevo" ( Jn 10,18). Y busquen la verdadera explicación de por qué se dijo: "Aun no es llegada mi hora", para que no pongan al Creador del cielo bajo los caprichos del hado 7. Porque si el hado dependiera de los astros, no podría estar sometido a los astros el Creador de los astros. A esto debe agregarse que no sólo no estuvo Jesucristo bajo el poder de lo que ellos denominan hado, pero ni tú ni nadie. ¿Por qué, pues, dijo: "Aun no es llegada mi hora"? Porque estaba en su mano el tiempo en que había de morir, pero aún no le parecía tiempo oportuno para usar de tal poder. Habían de ser llamados primeramente los discípulos; se había de anunciar el reino de los cielos; se habían de ostentar los prodigios de su misión, para fundamentar en milagros la divinidad del Señor, y recomendarse la humildad en la misma sumisión a las leyes de nuestra mortalidad. Cuando todo esto se hizo de manera que las pruebas fuesen irrecusables, entonces fue la hora, no de la necesidad, sino de manifestar su voluntad; no de la condición, sino de su poder.
Notas
1. El Hijo instituye el matrimonio natural cuando estaba con el Padre, desde el momento de la creación (ver Gén 1,27; 2,20-25).
2. Las herejías de Taciano y Marción tienen en común su repudio del matrimonio por considerarlo adúltero. Los partidarios de Taciano eran conocidos como la secta de los encratitas, y rechazaba de plano el aporte del pensamiento griego y latino, buscando promover una dura reacción desde la fe cristiana en oposición a la educación y cultura de su época.
3. El celo de la transmigración: parece referirse al piadoso cumplimiento de la Ley que brota de la experiencia del regreso del destierro en Babilonia y del movimiento restaurador iniciado por Esdras y Nehemías.
4. En esa época se acostumbraba recostarse sobre triclinios (una especie de divanes) para tomar los alimentos.
5. Los maniqueos afirmaban la coexistencia de dos principios, uno para el bien y otro para el mal, actuantes en el universo, oponiéndose entre sí hasta una resolución que es la vuelta al estado primero de todo.
6. Los matemáticos son una secta gnóstica.
7. El hado es una divinidad o fuerza desconocida que, según algunos paganos, obraba irresistiblemente sobre las demás divinidades, y sobre los seres humanos y los sucesos. Para algunos filósofos eran una serie y orden de causas íntimamente ligadas entre sí que necesariamente producen su efecto.
Jn 2, 05-11
Dijo la madre de El a los que servían: "Haced cuanto os dijere". Y había allí seis hidrias de piedra, conforme a la purificación de los judíos, y cabían en cada una dos o tres cántaros. Y Jesús les dijo: "Llenad las hidrias de agua": y las llenaron hasta arriba. Y Jesús les dijo: "Sacad ahora y llevad al maestresala". Y le llevaron. Y luego que gustó el maestresala el agua hecha vino, y no sabía de dónde era, aunque los que servían lo sabían porque habían sacado el agua, llamó al esposo el maestresala y le dijo: "Todo hombre sirve primero el buen vino; y después que han bebido bien, entonces da el que no es tan bueno; mas tú guardaste el buen vino hasta ahora". Este fue el primer milagro que hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria, y creyeron en El sus discípulos. (vv. 5-11)
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 21
Aunque había dicho "no es llegada mi hora", al fin hizo lo que su Madre le había pedido. Y así prueba suficientemente que no estaba sujeto a horas. Pues si lo hubiese estado, ¿cómo hizo esto cuando aun no había llegado la hora debida? Además, por honra de su madre, a quien no creía oportuno contradecir, ni quería avergonzar delante de todos; pues ésta le había traído a los que servían para que la petición se hiciese por muchos. Por esto sigue: "Dijo la madre de El a los que servían: Haced cuanto El os dijere".
Beda
Como diciendo: Aunque parece que se niega, lo hará sin embargo. La madre sabía, pues, que era bueno y caritativo. Prosigue: "Y había allí seis hidrias de piedra", etcétera. Se llaman hidrias a unos cántaros a propósito para llevar agua, del griego udwr que significa agua.
Alcuino
Los vasos que tenían para llevar agua con el fin de que se purificasen los judíos eran los que tradicionalmente empleaban los fariseos, que también tenían esta costumbre, y que con frecuencia se lavaban.
Crisóstomo, ut sup
Mas como Palestina era escasa de agua, y ésta no se encontraba en muchos sitios por haber pocas fuentes y pozos, llenaban las hidrias de agua para no tener que volver muchas veces, porque en cuanto se manchaban tenían cerca el medio de purificarse. Y para que los infieles no sospechasen que de los restos que habían quedado en el fondo de los vasos, después de haber introducido el agua, hizo aquel vino tan exquisito, por eso dice el Evangelista: "Conforme a la purificación de los judíos"; manifestando que aquellas hidrias nunca habían estado destinadas a contener vino.
San Agustín, in Ioannem, tract. 9
Con la palabra metretas significa ciertas medidas, como si dijera urnas o cántaros, o algo por el estilo; la palabra medida en griego es metron; de aquí el que se llamen metretas.
Beda
Y cuando dice las palabras "dos o tres", no quiere decir que en unas urnas cupiesen tres y en otras dos medidas, sino que todas ellas servían indiferentemente para dos o para tres medidas.
Prosigue: "Jesús les dijo: Llenad las hidrias de agua. Y las llenaron hasta arriba".
Crisóstomo, ut sup
Pero ¿por qué no hizo el milagro antes que las hidrias fuesen llenas de agua? Porque hubiese sido mucho más admirable si hubiese sacado aquella sustancia de la nada y hubiese brillado mucho más el milagro, toda vez que allí no hubo otra cosa que el cambio de una esencia en otra. Esto, en verdad, hubiera sido más prodigioso; pero muchos, en cambio, no lo hubiesen creído. Por esta razón se abstiene muchas veces de hacer milagros estupendos, queriendo hacer más creíble lo que hacía, y con esto destruía las malas doctrinas. Y como hay algunos que dicen que hay otro Creador del mundo, El hace muchos milagros con las sustancias que le están sometidas; pues si el que ha creado el mundo fuera contrario al Salvador, éste no se valdría de medios ajenos para probar su propia virtud. Pero no las llenó El mismo de agua y mostró después el vino, sino que mandó a los que servían para que fuesen testigos de lo que acontecía. Por esto sigue: "Y Jesús les dijo: Sacad ahora, y llevad al maestresala".
Alcuino
La palabra Architriclino quiere decir jefe del triclinio, y triclinio quiere decir una fila de tres asientos, del griego klinh ; esto es, el primero de los convidados, que, según se acostumbraba antiguamente, se recostaba 1 en el primer lugar. Alguno entiende por architriclino a alguno de los sacerdotes de los judíos, que podía asistir a las bodas para que instruyese a los esposos acerca de éstas.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 25
Otros creen que, como los convidados podían estar embriagados, era fácil que creyesen que se habían trastornado las cosas, y que no supieran si era agua o vino lo que bebían; mas aquellos a quienes estaba confiado el cuidado de los que asistían al convite, vigilaban mucho para que nada faltase y todo estuviese a punto y en orden. Por lo tanto, en testimonio de lo que sucedía, dijo el Señor: "Llevad al maestresala", porque era quien tenía el cuidado. Y no dijo: servid a los convidados.
San Hilario, De Trin., 1, 3
He aquí que se echó agua en las hidrias y de ellas se sacó vino, que se vaciaba en las copas. Así sucede que la opinión de los que echaron el agua difiere de la opinión de los que bebían. Los que las llenaron creían que saldría agua, mas los que las vaciaban veían que salía vino. Por esto sigue: "Y luego que gustó el maestresala el agua hecha vino, y no sabía de dónde era (pero los que servían sabían muy bien que habían echado agua), llamó al esposo el maestresala". Y en ello no hubo mezcla, sino creación; faltó la sencillez del agua, y apareció el sabor del vino. No acontece que por la mezcla de un líquido de inferior calidad se obtiene otro superior, sino que realmente desaparece lo que era y aparece lo que no existía.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 21
El Señor quería que sus milagros fuesen conocidos poco a poco, y por lo tanto ni El revelaba lo que había hecho, ni el maestresala llamó a los sirvientes (porque no se les hubiera creído, si ellos hubiesen dado tal testimonio de alguien a quien se consideraba un mero hombre), sino que llama al esposo, que era quien podía haber visto lo que había sucedido. Y Jesucristo no hizo vino sencillamente, sino un vino exquisito. Por esto sigue: "Y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino", etc. Tales son los milagros de Jesucristo, que todo lo que hace es mucho más útil y hermoso que lo que se hace por la naturaleza. Por lo tanto, tuvo por testigos a los sirvientes, de que en realidad era agua lo que se había convertido en vino, y de que el vino era bueno, al maestresala y al esposo. Y es probable que el esposo respondería, pero el Evangelio nada dice de esto, ocupándose únicamente de lo que era necesario saber; esto es, que el agua se había convertido en vino. Por lo que añade en seguida: "Este fue el primer milagro que hizo Jesús en Caná de Galilea".
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 22
Entonces era necesario hacer milagros, porque los discípulos ya estaban reunidos y atentos, fijándose en todas las cosas que sucedían claramente. Mas si alguno dijese que esto no era razón suficiente sobre que era el principio de los milagros -porque el Evangelista añadió "En Caná de Galilea", como significando que ya se habían hecho primero en otra parte-, diremos lo que ya antes hemos advertido: que dijo San Juan haber él venido a bautizar para darlo a conocer en Israel ( Jn 1,31). Y si hubiera hecho milagros en su niñez, los israelitas no hubieran necesitado de otro que se lo manifestase. Y el que en poco tiempo brilló tanto por sus muchos milagros, que su nombre fue conocido de todos, mucho más lo hubiera sido si hubiera hecho milagros desde sus primeros años, porque los milagros que se hubiesen hecho por El siendo niño, hubieran sido más portentosos por proceder de un infante, y había además más tiempo para que se extendieran. Muy convenientemente no empezó a hacer milagros en la primera edad, porque hubiesen creído que la Encarnación era sólo aparente, y lo hubieran crucificado antes del tiempo oportuno, acosados por la envidia.
San Agustín, in Ioannem, tract. 9
Este milagro del Señor, por el que convirtió el agua en vino, no llama la atención a los que conocen que es Dios el que lo hace; el mismo que hizo el vino en las hidrias es el que todos los años lo está haciendo en las viñas. Pero esto, por suceder siempre, ya no causa admiración. Y así el Señor se reservó el hacer ciertas cosas que no suceden con frecuencia, para excitar la admiración de los hombres que duermen e inducirlos a la adoración que le deben. Por lo que sigue: "Y manifestó su gloria".
Alcuino
El es el Rey de la gloria, quien transforma también los elementos como Señor de ellos.
Crisóstomo, ut sup
Y esto en cuanto a su poder. Y si entonces no lo conocieron muchos, sin embargo, después todos habían de oír hablar del milagro. Por esto sigue: "Y creyeron en El sus discípulos". Estos debían creer con más facilidad y atender diligentemente a todo lo que hacía.
San Agustín, De cons evang. 2, 17
Mas si entonces creyeron en El, todavía no eran discípulos suyos cuando fueron convidados a las bodas. Mas se dijo así, de a la misma manera que solemos decir que el apóstol San Pablo nació en Tarso de Cilicia, pues cuando nació aún no era apóstol. A semejanza de esto, cuando oímos decir que los discípulos del Señor fueron convidados a las bodas, debemos entender que no eran discípulos aún, sino que lo serían con el tiempo.
San Agustín, ut sup
Véanse los misterios que se encierran en estos milagros del Señor. Convenía que se cumpliese en Jesucristo lo que se había escrito acerca de El. Aquélla era agua, pero del agua hizo vino cuando les iluminó sus inteligencias y les explicó las Escrituras. Así tuvo sabor lo que no lo tenía, y embriagó lo que no embriagaba.
Beda
Cuando el Señor apareció en carne mortal, la suavidad del conocimiento de la Ley, parecida al vino, poco a poco empezó a corromperse por la interpretación material que le daban los fariseos, alejándose de su primitiva virtud.
San Agustín, ut sup
Si hubiese mandado quitar el agua y hubiese introducido vino, puesto que conoce los secretos de la creación humana, hubiese parecido que desaprobaba las antiguas Escrituras 2. Mas como convirtió el agua en vino, nos dio a conocer que la Escritura antigua le pertenecía, porque en virtud de su mandato se llenaron las hidrias. Mas aquella Escritura no tiene sabor, si no se comprende en ella a Jesucristo. Sabemos también que la Ley data desde los primeros tiempos, esto es desde el principio del mundo, desde donde hasta nuestros días se cuentan seis edades: la primera data desde Adán hasta Noé; la segunda, desde Noé hasta Abraham; la tercera, desde Abraham hasta David; la cuarta, desde David hasta la trasmigración de Babilonia 3; la quinta, hasta el Bautista (San Juan Bautista), y la sexta desde aquí hasta el fin del mundo. Aquellas seis hidrias representan estas seis edades, en las cuales nunca faltó alguna profecía. Y cuando se cumplieron las profecías se llenaron las hidrias. Y ¿qué representa aquello de que cabían dos o tres cántaros? Si solamente hubiese dicho que cabían tres, nuestra imaginación no hubiese creído otra cosa sino que se refería al misterio de la Trinidad. Pero ni aun así debemos separarnos de esta idea, porque dijo dos o tres, en atención a que una vez nombrado el Padre y el Hijo, debe entenderse, como consecuencia, el Espíritu Santo. Conviene, por lo tanto, entender, el amor del Padre y del Hijo (que es el Espíritu Santo). Pero también puede entenderse otra cosa; por dos metretas se entienden las dos clases de hombres; esto es, los judíos y los griegos. Y por tres, los tres hijos de Noé.
Alcuino
Los servidores son los doctores del Nuevo Testamento que explican las Escrituras a otros en sentido espiritual. El maestresala es algún doctor de la Ley, como Nicodemo, Gamaliel o Saulo. Cuando se confió a éstos la predicación del Evangelio, que se ocultaba en la letra de la Ley, representaban al maestresala, a quien se le daba a gustar el vino hecho del agua. Y en la casa de las bodas había tres clases de hombres recostados, como en la Iglesia hay tres clases de fieles, a saber: casados, continentes y doctores. Pero el Señor reservó el vino exquisito para el final; esto es, el Evangelio, que llegó en la sexta edad.
Notas
1. Se recostaban para comer.
2. El Antiguo Testamento.
3. La deportación de Babilonia.