DIA 30
EL PURGATORIO,
CÓMO PODEMOS HASTA DESEARLO
MES DE NOVIEMBRE PARA LA REFORMA
Y PERFECCIÓN DE LA VIDA
A LA LUZ DEL PURGATORIO Y POR MEDIO DE LA DEVOCIÓN A LAS BENDITAS ALMAS
D. Felix Sardá y Salvany
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Redentor y Salvador mío, que habéis de ser un día Juez inexorable de mi pobre alma: a vuestros pies se presenta la mía llena de confusión por sus muchos pecados y por la enorme deuda que por ellos tiene pendiente ante vuestro justísimo tribunal. Perdonádselo todo, oh, amantísimo Jesús, por los méritos de vuestra Sangre, que es de valor infinito, pues ya arrepentido y humillado os pido perdón y reconciliación. Concedédmelo por las lágrimas de vuestra dolorida Madre, que lo es de un modo particular de los pecadores como yo, y por lo mucho que amáis a vuestras esposas, las almas del Purgatorio, en cuya utilidad y sufragio me propongo practicar este piadoso ejercicio. Amén.
DIA 30
EL PURGATORIO,
CÓMO PODEMOS HASTA DESEARLO
I
No solamente no ha de causarnos terror el Purgatorio, sino que podemos hasta desearlo y a Nuestro Señor pedirlo como último medio de purificación que nos haga posible el acceso a su divina presencia. El Purgatorio es la antesala del cielo. El alma al entrar en el Purgatorio sacude, por decirlo así, todas las incertidumbres de la presente vida en orden a su salvación, que ya desde entonces no puede en manera alguna serle arrebatada. No ya más tentaciones, no ya más ocasiones de pecar, no ya más posibles agravios contra su Dueño y Señor. Fijada se halla ya para siempre su eterna suerte, y ésta es la de los Santos bienaventurados. Ciudadana de la patria feliz, tiene ya para ella bien garantidos todos sus derechos, aunque le falte la posesión. Con envidia podemos mirar su estado los que nos hallamos todavía entre el oleaje y escollos del mar proceloso del mundo; ellas no pueden mirarnos sino con profunda compasión. En puerto se hallan donde ya no es posible el naufragio, no así nosotros que lejos de aquél, podríamos aún errar el rumbo y perecer. Podemos, pues, desear el Purgatorio para nosotros y desearlo para nuestros deudos y amigos, sin perjuicio de trabajar y orar para que se nos abrevie a ellos y a nosotros ese período de dolorosa prueba. Y todas las penas de esta vida podríamos dar por bien empleadas. a trueque de conseguir plaza en él. ¿Que no debería reputarse poco, entre todo lo que acá puede acontecernos de sensible y aflictivo, si se mirase como prenda cierta para que con ello tuviésemos desde ahora plenamente asegurada la gloria del cielo? Y ésta es la condición envidiable del alma en el Purgatorio, confirmada allí en gracia, plenamente certificada de que no puede ya perderla ni perder a Dios.
II
¡Oh, buen Jesús y Señor mío! Al cielo subisteis a los cuarenta días de vuestra triunfante Resurrección, y allá os llevasteis cautivos los corazones de vuestros discípulos y Madre Santísima hasta que plugo a vuestra, soberana bondad asociarlos eternamente a las dichas de vuestro reino inmortal. Cautivas de vuestro amor e impacientes por veros y gozaros os contemplan desde sus penas las almas del Purgatorio, anhelando como Vos, el día suspirado de su ascensión a la gloria prometida. Prometida, sí, pero aún no lograda: no lo grada aún, pero ya cierta e infaliblemente segura. Esto puede tenernos santamente envidiosos a los de acá, que de tal felicidad sólo tenemos promesa condicional, fundada esperanza, pero no seguridad completa. Aún podemos ofenderos gravemente, divino Salvador, y en desgracia ponernos con. Vos, y en tal estado ser sorprendidos por la muerte y precipitarnos en eterna ruina. ¿Cuál es, pues, más lastimosa situación, la del pecador n el mundo o la del alma en el Purgatorio? Por eso la devoción a las benditas almas debe siempre enderezarse tanto al consuelo y alivio de ellas, como al provecho de los que andamos todavía el peligroso viaje a la incierta eternidad. Roguemos por ellas, y rueguen ellas por nosotros, y por todos sean de provecho, divino Juez de vivos y muertos, los pasos de vuestra vida dolorosa y gloriosa, que durante este Mes hemos procurado considerar. A todos nos atraiga a lo alto con divina atracción el misterio último de vuestra existencia visible sobre la tierra, cual es la de vuestra Ascensión a los cielos. Y como al despediros allí de vuestra Madre y discípulos les bendijisteis con postrera amorosa bendición, dádnosla hoy como prenda de eterna dicha a nosotros y a las almas del Purgatorio, desde la diestra del Padre, donde con El y con el Espíritu Santo vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Os ofrezco, piadosísimo Señor y Padre mío, los rezos y demás actos de este día en sufragio de las benditas almas del Purgatorio, suplicándoos por vuestra infinita bondad y por los dolores y lágrimas de vuestra Madre y mía María Santísima, el consuelo y alivio y final descanso de aquellas vuestras esposas por la gracia y hermanas mías por la fe y la caridad. De un modo particular os recomiendo las de mis padres, parientes, amigos y bienhechores, por quien tengo sin duda mayor obligación; las de cuantos por mi causa estén en aquellas acerbas penas; las de los que están más olvidados de todos y más necesitados de mi pobre sufragio. ¡Oh, Señor y Padre mío! Aceptad en descuento de sus deudas ante vuestra eterna justicia mis humildes satisfacciones, y muy particularmente cada uno de los actos de este Mes, y concededme ser, como mis hermanas las almas del Purgatorio, eficazmente ayudado, cuando en él se halle la mía. Amén.
***
En recuerdo de la Sagrada Pasión de nuestro Salvador y en sufragio de las benditas almas:
5 padrenuestros, Avemaría y Gloria.
Requiem æternam dona eis, Domine, et lux perpetua luceat eis.
Requiescant in pace. Amen.
Fidelium animae per misericordiam Dei requiescant in pace. Amen.