DÍA 24
EL PURGATORIO
Y LA PACIENCIA EN LOS TRABAJOS
MES DE NOVIEMBRE PARA LA REFORMA
Y PERFECCIÓN DE LA VIDA
A LA LUZ DEL PURGATORIO Y POR MEDIO DE LA DEVOCIÓN A LAS BENDITAS ALMAS
D. Felix Sardá y Salvany
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Redentor y Salvador mío, que habéis de ser un día Juez inexorable de mi pobre alma: a vuestros pies se presenta la mía llena de confusión por sus muchos pecados y por la enorme deuda que por ellos tiene pendiente ante vuestro justísimo tribunal. Perdonádselo todo, oh, amantísimo Jesús, por los méritos de vuestra Sangre, que es de valor infinito, pues ya arrepentido y humillado os pido perdón y reconciliación. Concedédmelo por las lágrimas de vuestra dolorida Madre, que lo es de un modo particular de los pecadores como yo, y por lo mucho que amáis a vuestras esposas, las almas del Purgatorio, en cuya utilidad y sufragio me propongo practicar este piadoso ejercicio. Amén.
DIA 24
EL PURGATORIO
Y LA PACIENCIA EN LOS TRABAJOS
I
No teniendo nosotros valor y resolución bastantes para imponernos algunas penitencias, se digna tal vez el Señor enviárnoslas de su misma mano, por medio de las aflicciones y trabajos de la presente vida. Así debería mirar el cristiano con los ojos de la fe todas las tribulaciones que durante ella se le ofrezcan, sean del género que fueren, venidas directamente de Dios, o indirectamente por mediación de los hombres. De todos modos, la aflicción cristianamente sufrida es penitencia de gran mérito a los ojos de Su Divina Majestad y satisfacción preciosísima por nuestros pecados y por las almas del Purgatorio. ¿Y tan insensatos seríamos, si debiendo sufrirla por precisión no tratásemos de sacar partido de esta para nuestro provecho? Un vulgar proverbio llama a eso «hacer de la necesidad virtud», y tiene doble ventaja, tal procedimiento. La de servirnos tal aflicción como moneda contante y sonante que el divino acreedor pone en nuestras manos para que le paguemos con ella; y la de que eso mismo nos convierte la paciencia en Cirineo que nos ayuda a llevar la cruz. Así el pobre, el perseguido, el enfermo, que cristianamente saben sufrir por sus pecados la enfermedad, persecución o pobreza, tienen con ello muy adelantado y abreviado ya en vida su Purgatorio, y pueden abreviar y aliviar el de las benditas almas, por quien tales sufrimientos ofrezcan. La enfermedad, sobre todo cuando es la, que precede inmediatamente a la muerte, ¡qué rica mina de satisfacciones no proporciona al cristiano, que procura sobrellevar resignadamente sus pesadumbres, y para tal descargo ofrecerlas cristianamente a Dios Nuestro Señor!
II
Con mirra y otros aromas quisisteis fuese ungido, oh, buen Jesús, vuestro adorable cuerpo, por manos de aquellos piadosos varones José de Arimatea y Nicodemo, que a la hora de vuestra muerte se publicaron discípulos y amigos vuestros, cuando hasta entonces no lo habían sido más que ocultos. Así bañáis casi siempre la vida de vuestros más fieles amigos con la mirra del padecimiento y de la aflicción, para hacerlos más agradables a vuestros divinos ojos, dándoles más exacta semejanza y parecido con Vos. Triste cosa es, empero, que no sepamos mirar de este modo la adversidad, y que la reputemos castigo cuando tal vez debiéramos mirarla como uno de vuestros más preciados beneficios. Así procuraré en adelante considerarla, soberano Señor y Padre mío, y como tal la agradeceré y estimaré y veré de saber aprovecharla. Haré que me sea saludable penitencia de mis culpas impuesta y ejecutada en mi persona, no por mano cruel de verdugo que atormenta al reo, sino por mano amorosa de padre que corrige al hijo. Esta mano besaré, aunque me hiera, este azote aceptaré gustoso, aunque me arranque ayes de dolor. Tendré a gran honra y consuelo beber del cáliz de vuestra Pasión las gotas que para mí habéis reservado en el fondo de él. Antes que yo lo habéis bebido Vos para alentarme y hacérmelo menos desabrido, como la buena madre prueba la medicina de salud, que su hijo rehúsa, para animarle a tomarla.
¡Oh, Señor y Jesús mío! Afligidme, os diré con el Profeta, y sajad y quemad mis carnes, y no me tenga compasión en esta vida vuestra soberana justicia, para que en la otra la tenga de mí y de las benditas almas vuestra infinita misericordia, Amén.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Os ofrezco, piadosísimo Señor y Padre mío, los rezos y demás actos de este día en sufragio de las benditas almas del Purgatorio, suplicándoos por vuestra infinita bondad y por los dolores y lágrimas de vuestra Madre y mía María Santísima, el consuelo y alivio y final descanso de aquellas vuestras esposas por la gracia y hermanas mías por la fe y la caridad. De un modo particular os recomiendo las de mis padres, parientes, amigos y bienhechores, por quien tengo sin duda mayor obligación; las de cuantos por mi causa estén en aquellas acerbas penas; las de los que están más olvidados de todos y más necesitados de mi pobre sufragio. ¡Oh, Señor y Padre mío! Aceptad en descuento de sus deudas ante vuestra eterna justicia mis humildes satisfacciones, y muy particularmente cada uno de los actos de este Mes, y concededme ser, como mis hermanas las almas del Purgatorio, eficazmente ayudado, cuando en él se halle la mía. Amén.
***
En recuerdo de la Sagrada Pasión de nuestro Salvador y en sufragio de las benditas almas:
5 padrenuestros, Avemaría y Gloria.
Requiem æternam dona eis, Domine, et lux perpetua luceat eis.
Requiescant in pace. Amen.
Fidelium animae per misericordiam Dei requiescant in pace. Amen.