martes, 20 de diciembre de 2022

21 de diciembre. NOVENA DE NAVIDAD CON SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO. HE VENIDO A SER COMO HOMBRE SIN SOCORRO

NOVENA DE NAVIDAD CON SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO

 

21 de diciembre

HE VENIDO A SER COMO HOMBRE SIN SOCORRO, LIBRE ENTRE LOS MUERTOS.

Sal 87, 5

 

ORACIONES PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Dispongámonos a hacer este momento de oración, elevando a Dios nuestro pensamiento y nuestro corazón; y digamos: 

                        

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo en nombre de todos los mortales te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén. 

Se reza tres veces Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo

 

Gloria al Padre

y al Hijo

y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,

ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

***

21 de diciembre

HE VENIDO A SER COMO HOMBRE SIN SOCORRO, LIBRE ENTRE LOS MUERTOS.

Sal 87, 5

 

Considera la vida penosa que tuvo Jesucristo en el seno de su Madre, por la prisión tan larga, estrecha y oscura que allí padeció por nueve meses. Es verdad que los otros niños están en el mismo estado; más ellos no sienten las incomodidades, porque nos las conocen.

Pero Jesús las conocía bien, porque desde el primer instante de su vida tuvo perfecto uso de razón. Tenía sentidos y no podía servirse de ellos; tenía ojos, y no podía ver, tenía lengua y no podía hablar; manos, y no las podía extender; pies, y no podía andar; así que, por nueve meses hubo de estar encerrado como en un sepulcro. He venido a ser, nos dice el mismo David, como hombre sin socorro, libre entre los muertos. Él era libre, porque voluntariamente se había hecho prisionero de amor en aquella cárcel; pero el amor le privaba el uso de la libertad y allí le tenía estrechado con cadenas que no le permitían moverse.

¡Oh, grande paciencia del Salvador! Exclama san Ambrosio, pensando en las penas de Jesucristo, mientras estaba en el seno de María. Fue para el Redentor el vientre de María cárcel voluntaria, porque fue prisión de amor; más por otra parte no fue injusta.

Era a la verdad inocente, pero se había ya ofrecido a pagar nuestras deudas y a satisfacer por nuestros delitos. Con razón, pues, la divina justicia lo tiene de tal manera encarcelado, comenzando con esta pena a exigir del mismo la merecida satisfacción.

Mira a qué se reduce el Hijo de Dios por amor de los hombres. Se priva de su libertad y se pone en cadenas para librarnos de las penas del infierno.

Mucho, pues, merece ser reconocida con gratitud y con amor la gracia de nuestro libertador y fiador, quien, no por obligación sí solo por afecto, se ha ofrecido a pagar y ha pagado por nosotros los débitos y las penas, dando por ellas su vida divina.

No olvides, dice el Eclesiástico (29, 15), el favor del que te salió por fiador, porque puso su alma por ti.

 

AFECTOS Y SÚPLICAS.

Sí, Jesús mío, tiene razón el escritor sagrado de advertirme que no me olvide de la inmensa gracia que Vos me habéis querido satisfacer por mis pecados con vuestras penas y con vuestra muerte.

Más, después de esto, yo me he olvidado de tan grande gracia y de vuestro amor. He tenido atrevimiento de volveros las espaldas, como si no fueses mi Señor, y aquel Señor que tanto me ha amado. Pero, si hasta aquí me he olvidado, no quiero, Redentor mío, olvidarme más. Vuestras penas y vuestra muerte serán mi continuo pensamiento y éstas me recordarán siempre el amor que me habéis tenido. Maldigo aquellos días en los cuales, olvidado yo de lo que padecisteis por mí, abusé tan malamente de mi libertad.

Vos me la habíais dado para amaros y me serví de ella para despreciaros.

Pero, hoy la consagro a Vos. Libradme, pues, Señor mío, de la desgracia de verme separado otra vez de Vos, y hecho de nuevo esclavo de Lucifer. Ea, encadenad a vuestros pies ésta, mi pobre alma, con vuestro santo amor, a fin de que no se separe jamás de Vos.

Padre Eterno, por la prisión de Jesús en el vientre de María, libradme de las cadenas del pecado y del infierno.

Y Vos, Madre de Dios, socorredme. Vos tenéis dentro de vuestro seno aprisionado y estrechado con Vos al Hijo de Dios. Ya, pues, que Jesús es vuestro prisionero, Él hará cuanto le digáis. Decidle que me perdone; decidle que me haga santo. Ayudadme, Madre mía, por aquella gracia y honor que os hizo Jesucristo de habitar por nueve meses en vuestro interior.

 

 

PARA FINALIZAR TODOS LOS DÍAS

 

Concluyamos nuestra oración implorando la intercesión de la santísima Virgen María y del Glorioso Patriarca san José:

 

Oración a la Santísima Virgen

Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma para celebrar el nacimiento de tu adorable Hijo.

¡Oh dulcísima Madre!, concédenos recibir a tu Hijo con tu pureza, humildad y devoción, tu profundo recogimiento y divina ternura para que seamos un día dignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

 

Oración a San José

Oh Santísimo San José, esposo de María y padre putativo de Jesús, infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Por el amor que le tuviste al Divino Niño, te ruego la gracia de abrasarme en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente hasta que lo vea y goce en el cielo. Amén. 

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santos Patriarcas, Profetas y justos que aguardasteis la llegada del Mesías, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.