Homilía de maitines
VI DOMINGO DESPUES DE PENTECOSTÉS
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Homilía de San Ambrosio,
Obispo.
Habiendo
ya aquélla mujer que figuraba la Iglesia sido cura de un flujo de sangre y los
doce Apóstoles sido destinados a anunciar el Reino de Dios, distribuyó
Jesucristo el alimento de la gracia celestial. Y fijaos en aquellos a quienes
lo dispensa. No a los que están ociosos, ni a los que quedan a la ciudad, es
decir, a los que pasan el tiempo en la sinagoga o se complacen en los honores
del siglo, sino a los que buscan a Jesucristo entre las arideces del desierto.
Los que saben sobreponerse a lo que le repugna, son los
acogidos por Jesucristo; con ellos habla el Verbo Divino, no de negocios
mundanos, sino del Reino de Dios. Y si entre ellos hay quien padece alguna
enfermedad corporal, le aplica benignamente el remedio.
Era,
pues, natural que después de haberlos curados de las molestias de las
enfermedades, remediaría su hambre con alimentos espirituales. Porque nadie
recibe el alimento de Jesucristo, si primeramente no ha sido curado, y todos
cuantos son llamados al banquete, han sido curados previamente por virtud del
mismo mandamiento divino. Si había algún cojo, obtuvo, para poder acudir, la
facultad de andar, y si alguno estaba privado de la vista, no pudo entrar en la
casa del Señor, sino después de haberla recobrado.
Siempre, pues, se ha de
observado este orden misterioso; primeramente, por la remisión de los pecados,
se curan las heridas espirituales; después se concede con largueza el alimento
de la mesa celestial. Ello no obstante, aquella multitud no fue todavía llamada
a alimentarse de los manjares más sustanciosos, como tampoco los corazones que
carecen de una fe sólida se nutren del cuerpo y de la sangre de Jesucristo. “Os
he alimentado con leche, y no con manjares, dice el Apóstol, porque todavía no
eras capaces de ellos, si no lo sois aún”. Aquí, los cinco panes recuerdan la
leche; pero el alimento más sustancioso es el Cuerpo de Cristo, y la bebida más
fortificante es la Sangre del Señor.