PENSAMIENTO DE SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
"Entra en este
Sagrado Corazón como convidado al banquete de amor de tu único y perfecto
amigo, que quiere embriagarte con el deleitoso vino de su puro amor."
MEDITACIÓN:
Después de ponerte en presencia de
Dios y disponerte para la meditación confundiéndote, dando gracias, pidiendo
perdón y las gracias necesarias para sacar el mayor fruto posible;
considera:
1. Jesús ha dicho: "Si alguno oye
mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo."
Considera como la amistad nace de dos voluntades libres que se aman, es decir,
que se desean el bien mutuamente. Por parte de Jesús no cabe duda: él quiere
tener una amistad contigo, pero no quiere forzar tu libertad. Respeta tu
decisión... ¿Cuántas veces has oído a Jesús llamar a la puerta y le has
cerrado? ¿Cuántas veces has pospuesto abrirle la puerta cuándo llamaba? Es
cierto: la amistad con Jesús implica unas exigencias, implica también unas
renuncias... ¿Qué cosas, situaciones, personas... te tienen tan atrapado que no
te dejan emprender ese camino de amistad? Imagínate el corazón de Jesús
con la llaga abierta... introdúcete en él... permanece ahí unos instantes...
2. Jesús ha dicho. "Mi sangre es
verdadera bebida". El Sacramento de la Eucaristía es el banquete sagrado
donde Jesús se nos da como comida: pan de ángeles y bebida embriagadora... ¿Son
así mis comuniones? ¿Tengo vivos deseos de recibir su Cuerpo y su Sangre?
Si fríamente lo pienso, ¿cambiaría algo en mi vida si no comulgase?
Es necesario disponerse a la Sagrada Comunión con aquella pureza, humildad y
devoción con que la Virgen recibió a Jesús; con el espíritu y fervor de los
santos. Ojalá llegásemos a los vivos
sentimientos de San Buenaventura: "tenga siempre mi corazón hambre
de Ti, y el interior de mi alma rebose con la dulzura de tu sabor; tenga
siempre sed de Ti, fuente de vida, manantial de sabiduría y de
ciencia, río de luz eterna, torrente de delicias, abundancia de la Casa de
Dios: que te desee, te busque, te halle; que a Ti vaya y a Ti llegue; en
Ti piense, de Ti hable, y todas mis acciones encamine a honra y gloria de
tu nombre, con humildad y discreción, con amor y deleite, con facilidad y
afecto, con perseverancia hasta el fin; para que Tú solo seas siempre mi
esperanza, toda mi confianza, mi riqueza mi deleite, mi contento, mi gozo,
mi descanso y mi tranquilidad, mi paz, mi suavidad, mi perfume, mi
dulzura, mi comida, mi alimento, mi refugio, mi auxilio, mi sabiduría, mi
herencia, mi posesión, mi tesoro, en el cual esté siempre fija y firme e
inconmoviblemente arraigada mi alma y mi corazón.
Da gracias al Señor por este
momento de meditación y antes de terminar haz algún propósito concreto,
realista y firme para vivir lo meditado.