domingo, 26 de junio de 2016

MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS (DÍA 26)



DÍA 26
PENSAMIENTO DE SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
"Si veis en vosotros un sinnúmero de impaciencias y enojos, arrojadlos en la fragua de la mansedumbre del amable Corazón de Jesús, para que os haga mansos y humildes".

MEDITACIÓN:
Después de ponerte en presencia de Dios y disponerte para la meditación confundiéndote, dando gracias, pidiendo perdón y las gracias necesarias para sacar el mayor fruto posible; considera: 
1.  Jesús ha dicho: "El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido". Ante la experiencia de pecado, de no corresponder al amor de Corazón de Jesús, nuestra actitud puede ser muchas veces aquella de san Pedro ante la pesca milagrosa: "Apártate de mí, Señor, que soy un pecador." En cambio, Jesús ha venido a buscar y a salvar lo perdido. Examina cuántas veces te has dejado llevar por ese sentimiento de alejarte de él... cuántas veces has retardado acudir a él por no "considerarte digno" de su salvación, de su perdón, de su curación... Jesús nos ama y, eso, impide en él cualquier tipo de rechazo. Cuando nos encontramos en pecado, pecado que hiere su Corazón, Jesús está deseando ardientemente que vayamos a él para sanarnos y salvarnos. Dale gracias por tantas veces que te ha perdonado, que te ha sanado, que has vuelto a encontrar su paz. Confiesa siempre con humildad la misericordia del Señor como el centurión: Dómine, non sum dignus. Señor, no soy digno... 
2.  Jesús ha dicho: "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y encontraréis descanso". Una de las jaculatorias más hermosas de este mes de junio es la que reza así: Jesús, manso y humilde de corazón haz mi corazón semejante al tuyo. Haz, porque yo quiero, pero no soy constante... Haz, porque lo deseo, pero pronto me dejo llevar por la tentación y caigo. Haz, porque he de ser como tú, pero en mí todavía vive el hombre viejo con sus obras. Haz, tú, Jesús, con la fuerza de tu gracia, porque yo no tengo fuerzas y sin ti no puedo nada. Envía tu Espíritu y que renueva mi corazón.  
Da gracias al Señor por este momento de meditación y antes de terminar haz algún propósito concreto, realista y firme para vivir lo meditado.